La Deidad de Cristo: Una Defensa. Parte 1/6

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La Deidad de Cristo: Una Defensa. Parte 1

Introducción

La publicación del libro y película de El Código Da Vinci—en el 2003 y 2006 respectivamente—desencadenó en la cultura una latente época de escepticismo en el mundo. El film popularizó ideas como “Jesús no era considerado Dios sino hasta el año 325 en el concilio de Nicea”. Aunque esta idea es fácil de desmentir y no se la creen ni siquiera los eruditos escépticos o historiadores serios, la idea de que Jesus “el hombre” fue, en algún momento, “deificado” (hecho dios) aún prevalece en círculos académicos de cierta influencia. Antonio Piñero, un erudito escéptico Español—especialista en cristianismo primitivo y filología griega de la Universidad Complutense de Madrid—afirma que Jesús “fue un hombre normal, un judío piadoso, un rabino carismático, profeta, heraldo o anunciador del inminente Reino de Dios, etc., cuya figura fue reinterpretada tras su muerte hasta llegar a su divinización”.1

En esta serie compuesta por 6 escritos, argumentaré, usando solamente datos históricos que incluso los eruditos escépticos aceptarían, que es posible formar un caso acumulativo demostrando que Jesús no sólo se consideró como igual a Dios por sus seguidores y la iglesia primitiva, sino que él mismo afirmó ser divino y actuó consistentemente con tal afirmación. Incluso podemos argumentar que sus enemigos lo acusaron de blasfemia (hacerse igual a Dios, en el contexto Judío) y esto le costó la vida en la cruz.

Una Nota Acerca de Fuentes Históricas

Recientemente conversaba con un escéptico acerca de Jesús. Cuando Mencioné la Biblia, el objetó, “¡oh no! ¡No puedes hacer eso! No puedes usar la Biblia como tu fuente. Es un libro con prejuicios y de propaganda”. Para propósito de este escrito y los siguientes en esta serie, voy a hacer algo inaudito: voy a otorgar esta objeción (el menos en parte)—después de todo, hay pocos escritos greco-romanos antiguos históricos que no incluyan algún tipo de propaganda sobrenatural, pero eso no significa que no contengan hechos históricos. Aun con esto citaré porciones del Nuevo Testamento. Lo que no haré, sin embargo, es asumir que el Nuevo Testamento es la Palabra de Dios infalible, o que es verdadero a priori, o que es autoritario. Lo trataré como cualquier otro documento antiguo. Después de todo, aun eruditos escépticos como Bart Ehrman admiten que “si los historiadores quieren saber lo que Jesús dijo e hizo están más o menos obligados a emplear los evangelios del Nuevo Testamento como sus fuentes primarias…esto no es por razones teológicas o religiosas—ya que estos y solo estos son confiables. Es simple y puramente por razones históricas”.2

Con estas premisas establecidas, voy a interactuar con tres clases de fuentes bien documentadas. Primero, los eruditos escépticos otorgan varias cartas que son indiscutiblemente Paulinas; es decir, epístolas que se sabe sin duda que fueron escritas por Pablo y son autoritarias (no como inspiradas o divinas sino como escritos históricos antiguos). Estas cartas incluyen 1 Tesalonicenses, Gálatas, Filemón, 1 y 2 Corintios, y Romanos. Segundo, utilizaré también algunos sermones de la iglesia primitiva del libro de Hechos. Estos contienen “cortas y concisas afirmaciones teológicas no-evolucionadas  acerca de lo que se consideraba el mensaje del Evangelio en una época en que Pablo aún no aparecía en la escena cristiana”.3 Estos sermones representan el “núcleo” de las creencias cristianas pre-Paulinas.

Tercero, haré uso de pasajes firmemente establecidos históricamente de los evangelios. Aunque será necesario ser cauteloso porque la mayoría de los eruditos escépticos rechazan la gran parte de lo escrito en los evangelios. Pero aun personas como Piñero, Ehrman y los eruditos críticos de la escuela llamada “El Seminario de Jesús” aceptan algunos pasajes como auténticamente históricos. Los eruditos críticos han definido criterios de autenticidad para decidir si un pasaje de los evangelios es auténtico. Ellos clasifican estas fuentes en “capas” dentro de 5 grupos: primero, la fuente “M” es material especial en Mateo que no se incluye en ningún otro evangelio, “L” es material en Lucas que no existe en otras fuentes, el evangelio de Marcos se considera una fuente primaria y el evangelio más primitivo, el evangelio de Juan (que en este caso no utilizaré ya que Piñero y otros lo consideran demasiado tardío y demasiado “teológico”), y un documento de “tradiciones” o “evangelio perdido” llamado “Q” 4 que contiene material que existe también en Lucas y Mateo pero no en Marcos. [Ver Figura 1]

Fuentes_Evangelios

Con Juan5 eliminado, aun contamos con cuatro fuentes históricamente independientes que los eruditos neotestamentarios generalmente conceden.

Metodología

En esta serie voy a erguir un caso acumulativo que demuestre la deidad de Jesús. Este método fue establecido por Robert M. Bowman y Ed Komoszeuski6 que consiste en mostrar, en varios pasos sucesivos, que Jesús comparte 1) los Honores que se le deben a Dios, 2) los Atributos de Dios, 3) los Nombres de Dios, 4) las Proezas de Dios, y 5) el Trono de Dios. La única diferencia entre mi método y el de Bowman-Komoszeuski es que solamente utilizaré fuentes históricas que los eruditos críticos conceden. Aún así, es posible demostrar la deidad de Jesús. Con esto firmemente establecido ¡revisemos la evidencia¡

Proximamente, parte 2/6: Jesus recibe Honores que se le deben a Dios.

Continuara…

  1. Antonio Pinero, “Carta programática,” Personal Blog, http://www.tendencias21.net/crist/Carta-programatica_a1.html, (visitadaNovember 7th, 2015).
  2. Bart D. Ehrman, The New Testament: A Historical Introduction to the Early Christian Writings, fourth ed. (New York: Oxford University Press, 2008), 229.
  3.  Estos “sermoncillos” son muy antiguos y circularon antes de que el Nuevo Testamento fuese Escrito. Gary R. Habermas, “Evidencia a Favor del Jesús Histórico: ¿Es el Jesús de la Historia el Cristo de la Fe?” http://www.garyhabermas.com/books/EvidenceBook/Habermas_Evidence-Spanish_E-Book_Final_1point0.pdf, (visitada Noviembre 11, 2015), 25.
  4. “Q” es una designación derivada de la palabra alemana “Quelle” que significa “Fuente”.
  5. Mi decisión de eliminar a Juan de la lista de Fuentes no es porque lo considere como inferior históricamente. De hecho pienso que se puede montar un caso fuerte a favor de la confiabilidad de Juan en general, y en particular algunas porciones como indiscutiblemente históricas, usando historiografía. Más aún, pienso que Juan fue escrito antes de la destrucción del templo en el 70 D.C, pero tal defensa me llevaría mucho más allá del tema que intento demostrar en este escrito.
  6. Robert M. Bowman Jr. and J. Ed Komoszewski, Putting Jesus in His Place: The Case for the Deity of Christ (Grand Rapids, MI: Kregel Publications, 2007). Kindle.

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