Autoestima, Ministerio y Miseria. Parte 3
Por Dr. Clay Jones. Universidad de Biola.
En mi mensaje anterior hablé sobre cómo el Señor me humilló y renuncié a mi posición ministerial. Bueno, cuando acababa de terminar mi Maestría en Divinidades (hacia 1980), fui contratado como pastor asociado por una iglesia que pronto llegó a tener una asistencia media de cerca de 5,000 personas. Pero esta vez no pensé, “Listo, Misión Cumplida”. Esta vez ya había aprendido que no debía subir la escalera de la fama ministerial y que necesitaba complacer al Señor.
Comencé a tener horror a los servicios de comunión en esa iglesia porque parecía que cada vez que teníamos comunión alguna persona venía y confesaba el pecado de odiarme ¡por tener la posición que él quería! No estoy bromeando. Un pastor más tarde medio bromeó diciendo que cuando me trajo a ser parte del personal «la mitad de los hombres de la iglesia casi pierden su salvación de la pura envidia».
Afortunadamente, durante mi tiempo allí, el Señor comenzó a revelarme la gloria que nos espera en el cielo para siempre. Lo que todos necesitamos es aprender a amar y codiciar las cosas de Dios y Su Reino. Después de todo, sé algo sobre ti (y por eso me refiero a todos en el mundo, incluyendo a aquellos que leen estas palabras): todos vamos a codiciar algo y vamos codiciar y amar a Dios y Su Reino o de lo contrario vamos a codiciar y amar a personas, posesiones, posiciones o placeres. Pero lo que sí es seguro es que vamos a codiciar y amar a algo.
Mi posición en la iglesia de 5,000 sólo duró cerca de tres años y medio (íbamos en diferentes direcciones teológicas), y me encontré de nuevo sin ministerio y sin trabajo.
Decidí que iba a comenzar una iglesia, pero eso no se materializó y pasé años trabajando en la industria de seguros y enseñando un estudio bíblico a sólo unas diez personas (el Señor ama que sus siervos pasen largos períodos de oscuridad pero eso es un tema para otra vez). Ahora desearía poder decirles que desde entonces construí mi identidad sólo en Cristo. Las cosas iban mucho, mucho mejor, pero la lucha siempre sigue. Afortunadamente, he aprendido algunas verdades importantes que me han ayudado inmensamente (el Señor también me ha doblegado a través de muchas pruebas como el cáncer de hueso, pero eso también es un tema para otro tiempo).
¿Quién va a ser más grande en el Reino de Dios?
He aquí una realización que me ayuda a construir mi identidad en quién soy en Jesús. Les pregunto a mis estudiantes esto todo el tiempo, ¿quién va a ser mayor en el Reino de Dios? Tim Keller, William Lane Craig, _____________, o la mujer cristiana que fue abusada cuando era niña, que no fue capaz de ir a la universidad, que no es brillante, que no es particularmente guapa, y que trabaja en una casa de convalecencia ocupándose de los desvalidos? Pero en esta casa de convalecencia ella ama a la gente que cuida. Ella cuida de ellos como si estuviera cuidando a Cristo mismo. Ella se preocupa por ellos porque los ama sinceramente, y comparte a Cristo con ellos conforme tiene la oportunidad.
Entonces yo pregunto
¿Quién va a ser mayor en el Reino de Dios?
Siempre hay silencio.
Entonces digo: «sólo hay una respuesta posible».
Los estudiantes siempre se ríen, pero no estoy bromeando.
Sólo hay una respuesta posible.
La única respuesta posible es: «¡No lo sé!»
Pero estoy seguro de que la respuesta no es necesariamente Tim Keller, William Lane Craig, o _____________. Podría ser uno de ellos, pero eso no es un hecho.
Hay tres razones principales por las que no podemos decir quién será el más grande en el Reino de Dios.