Autoestima, Ministerio y Miseria. Parte 5

Autoestima, Ministerio y Miseria. Parte 5

Por Dr. Clay Jones. Universidad de Biola.

Todos Tenemos Dones Distintos

En el post anterior di la primera razón por la que no podemos saber quién será el mayor en el Reino de Dios. La segunda razón por la que no podemos saber quién será el mayor en el Reino de Dios es porque todos tenemos dones diferentes. Aquí está una de las mayores necedades del ministerio: creemos que el que habla a la mayoría de la gente o vende más libros debe ser el más grande. ¡Ese no es el sistema de Dios! Ese es el estándar del oro falso de los tontos acerca de lo que es espiritualmente valioso.

Alardear sobre el número de libros publicados o los elogios recibidos es intrínsecamente mundano (la broma en las conferencias de pastores es que la primera pregunta es «¿cuántas personas asisten a su iglesia?»). Basar nuestra autoestima en los números no es más espiritual que pensar que alguien es grande porque es el Presidente de una empresa de la revista Fortune 500. Por supuesto, por esa lógica, el Presidente de la empresa #1 de Fortune 500 es mayor que el Presidente de la segunda mayor, y así. Del mismo modo, el tipo que enseña a 30 personas en su clase de escuela dominical, es por ese estándar, más valioso que el tipo que enseña 25.

El Señor no juzga nuestro desempeño como si estuviéramos todos en una sola escalera con Tim Keller, William Lane Craig, o _____________ en los peldaños más altos, luego otros líderes en peldaños más bajos que ellos, pero más altos que nosotros, basados en el tamaño de su público (o lo que sea que más valoremos), entonces luego estamos nosotros, y luego siguen todas las personas que, a nuestro parecer, han logrado menos que nosotros. Si basamos nuestra autoestima en eso, entonces nunca nos sentiremos bien con nosotros mismos, porque siempre habrá alguien que lo esté haciendo mejor, o al menos que parece que lo está haciendo mejor. Si pensamos que nuestra autoestima se basa en cómo nos comparamos con ____________ entonces nos llenaremos de envidia y nos volveremos un poco locos. Afortunadamente, no tenemos que hacer eso.

También, aunque llegues hasta la cima, eso no va a durar mucho tiempo y otros sin duda tratarán de tirarte de ahí. Aunque algunas críticas en ministerio se justifican, lamentablemente, muchas críticas a este o aquel ministerio brotan de celos: «Sí, él tiene una gran audiencia, pero ¡yo no estoy comprometiendo el evangelio como él lo hace!»

De hecho, basar tu autoestima en el tamaño de tu público no es más espiritual que basar tu autoestima en el tamaño de tu cuenta bancaria o, de hecho, el tamaño de tus bíceps o tus pechos. Ahora, no estoy sugiriendo que los cristianos no pueden publicar su biografía. No hay nada malo en saber en qué otros han pasado sus vidas trabajando o especializándose. La locura es pensar que podemos saber lo que piensa el Señor de Sus siervos por esos logros. No podemos. Como Pablo dijo en Gálatas 6:3-5,

Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie.  Que cada uno cargue con su propia responsabilidad.

Se me han otorgado ventajas que algunos otros no tienen, y otros tienen más ventajas que yo. Nuestro Señor no nos compara entre nosotros. El Señor no califica usando una curva. El Señor sabe qué carga nos dio a cada uno de nosotros, sabe qué ventajas nos dio a cada uno de nosotros, y Él nos va a juzgar basándose en lo lejos que vamos con lo que Él nos dio. Así, el Señor podría estar más complacido con la trabajadora doméstica convaleciente que es fiel sobre lo que se le ha dado que el ministro más famoso.

Francamente, este pensamiento me pone en una perspectiva de humildad (y eso siempre es bueno). Es bueno porque sé que Dios me ha dado ciertas oportunidades que otros no pueden disfrutar y eso significa que seré juzgado más estrictamente.

Considere las palabras de Jesús en Lucas 12:48:

“En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aun más”.

¿Entendemos esto?

Si a alguien se le han dado más talentos entonces esa persona será más severamente juzgada. Del mismo modo, Santiago 3:1 nos advierte,

«No pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad».

Algunos cristianos han recibido ventajas que no tengo (por ejemplo, algunos tienen altos coeficientes de inteligencia), pero ¡yo no voy a ser juzgado por sus dones! Además, se me han dado algunas ventajas que otros no tienen – si no uso estos dones humildemente y sabiamente entonces seré juzgado por no hacerlo. Vamos a ser juzgados por lo lejos que llegamos con lo que Él nos ha dado.

Después de todo, ¿quién tiene el mayor éxito empresarial: el tipo que vino de padres ricos, que fue a las mejores escuelas, y luego logró hacer crecer un negocio de 100 millones de dólares a un negocio de mil millones de dólares o el tipo que comenzó de la pobreza, asistió al colegio público, y comenzó su propia empresa que creció a 100 millones de dólares? No hay respuesta simple a eso.

Cuando se trata de ministerio, a cada uno de nosotros se nos han dado ventajas y desventajas. Algunos de nosotros somos más inteligentes, más creativos, más conectados, más __________ que otros. Pero todos estaremos de pie ante el juicio y daremos cuenta de nosotros mismos sobre la base de lo que Dios nos ha dado y ningún cálculo mundano nos dirá lo que el Señor concluirá. Afortunadamente, si realmente somos cristianos, podemos hacer un trabajo pésimo con lo que Dios nos ha dado y aún así ser salvos (1 Corintios 3:15), pero ¿quién quiere eso?

Terminaré la serie mañana…

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