Autoestima, Ministerio y Miseria. Parte 6
Por Dr. Clay Jones. Universidad de Biola.
¿Quién será más grande en el Reino de Dios?
Ayer expliqué la segunda razón por la qué no podemos saber quién será el mayor en el reino de Dios. Hoy termino esta serie. No podemos saber quién será el más grande en el Reino de Dios porque el criterio de Jesús para la grandeza en el Reino de Dios no es obvio.
En Mateo 20:21 leemos que a Jesús se le preguntó si dos de sus discípulos podían sentarse a la diestra y a la izquierda de Jesús en su Reino. Jesús podría haber respondido muchas cosas. Una cosa que podría haber respondido habría sido, «¡No funciona así! Todo el mundo va a ser igual en el Reino. Todos ustedes se turnarán para sentarse a mi derecha y a mi izquierda».
Pero Jesús no dijo eso.
En cambio, Jesús dijo en el versículo 23:
«El sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo. Eso ya lo ha decidido mi Padre».
En otras palabras, algunos tendrán honores que otros no tendrán. ¿Hace esto que quieras obtener más seguidores en Twitter o Facebook? Ese no es el criterio. Entonces en los versículos 26-28 Jesús nos dice el criterio de quién será grande en Su Reino:
«El que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos».
Así que ¡ahí está! Quién será más grande en el reino de Dios no depende de los elogios académicos, el tamaño de la audiencia, las ventas de libros, números de blog, seguidores de Twitter, amigos de Facebook, etc. Quién será más grande en el reino de Dios no depende de los elogios académicos, el tamaño de la audiencia, las ventas de libros, números de blog, seguidores de Twitter, amigos de Facebook, etc.
De nuevo, de ninguna manera soy perfecto en esto. ¡Ni siquiera me acerco! Pero he aprendido que el eliminar el estándar mundanal del éxito en el ministerio ha disminuido en mí el deseo carnal de querer compararme con los demás. ¡Esto es liberador!
Les animo a memorizar 1 Corintios 4:1-5:
“Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios. Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza. Por mi parte, muy poco me preocupa que me juzguen ustedes o cualquier tribunal humano; es más, ni siquiera me juzgo a mí mismo. Porque aunque la conciencia no me remuerde, no por eso quedo absuelto; el que me juzga es el Señor. Por lo tanto, no juzguen nada antes de tiempo; esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda”.
Mi esposa Jean y yo nos recitamos este pasaje el uno al otro regularmente. A veces para enfatizar el punto central, invertimos el sentido a propósito:
«Me importa mucho si soy juzgado por ustedes o por cualquier tribunal humano. De hecho, incluso me juzgo a mí mismo por la opinión que ustedes tienen de mí”.
Estos versículos nos ayudan a recordar que debemos ser fieles sobre lo que Dios nos ha confiado, y que, A FIN DE CUENTAS, sólo Su opinión importa.