El amor es una falacia – Introducción a las falacias informales
Por Max Schulman (Traducción de Ana María Vicuña. Edición Chris Du-Pond)
Interesante, divertida y educativa historia que muestra errores informales del pensamiento y lógica informal.
La historia ofrece una encantadora, aunque extrema, ilustración de cómo los razonamientos falaces pueden afectar nuestra vida cotidiana y nos recuerda, también, las limitaciones del razonamiento lógico. Escrita en los comienzos de la década del 50, puede percibirse en ella algunas resonancias del machismo típico de la época.
“EL AMOR ES UNA FALACIA”
– “Mapache”, murmuró con voz ronca.
– “¿Mapache?” pregunté, deteniéndome en mi carrera.
– “Quiero un abrigo de mapache”, se lamentó Petey. Me di cuenta de que su problema no era físico, sino mental. “¿Por qué quieres un abrigo de mapache?”
– “Quieres decir”, dije incrédulamente, “¿que la gente realmente está usando abrigos de mapache de nuevo?”.
– “Todos los grandes hombres del campus los usan. ¿Dónde has estado tú?
– “Pero, ¿por qué, Petey? Míralo desde una perspectiva racional. Los abrigos de mapache son insalubres. Echan pelos. Huelen mal. Pesan demasiado. Son desagradables al ver. Son…”
– “No”, respondí con toda sinceridad.
– “Bueno, yo sí”, declaró. “Daría cualquier cosa por un abrigo de mapache. ¡Cualquier cosa! Mi cerebro, ese instrumento de precisión, comenzó a funcionar a toda máquina. “¿Cualquier cosa?”, Pregunte mirándolo escrutadoramente.
– “Cualquier cosa”, respondió en vibrantes tonos.
Yo era un estudiante de primer año de leyes. En pocos años saldría a practicar la abogacía y estaba bien consciente de contar con el tipo adecuado de esposa para promover la carrera de un abogado. Los abogados exitosos que yo había observado estaban, casi sin excepción, casados con mujeres hermosas, gráciles e inteligentes. Con una sola omisión, Polly llenaba estas características perfectamente.
Inteligente no era. De hecho se orientaba en la dirección opuesta. Pero yo pensaba que bajo mi tutela y guía se pondría más despierta. En todo caso, valía la pena hacer el intento. Después de todo, es más fácil hacer inteligente a una hermosa niña tonta que hacer hermosa a una fea niña inteligente.
– “Pienso que es una chica atractiva”, contesto, “pero no sé si llamarlo amor. ¿Por qué?”.
– “¿Tienes”, le pregunte, “algún tipo de arreglo formal con ella? Me refiero a sí estás saliendo con ella o algo por el estilo.
– “No. Nos vemos bastante, pero ambos tenemos otras citas. ¿Por qué?
– ¿“Existe”, pregunte, “otro hombre por el cual ella sienta algún cariño particular?”
– “No que yo sepa. ¿Por qué?”.
– “Supongo que sí. Pero, ¿Qué estas tramando?”
– “Nada, nada”, dije inocentemente, y saque mi maleta del closet.
– “Puedo hacer algo mejor que eso”, dije haciéndole un misterioso guiño y cerré mi maleta y me fui. – “ ¡Mira!” le dije a Petey cuando volví el lunes en la mañana, y abrí de golpe la maleta dejando ver el grande, peludo y deportivo objeto que mi padre había usado en su Stutz Beercat en 1925.
– “¿Lo quieres?”, Le pregunté.
– “¡Claro que sí!” Gritó apretando la grasienta piel contra su cuerpo. Luego una mirada prudente apareció en sus ojos: “¿qué quieres a cambio?”
– “¿Polly?” Dijo en un horrorizado suspiro, “¿quieres a Polly?”
– “así es” Lanzó el abrigo lejos y dijo resueltamente: “¡jamás!” Yo me encogí de hombres. “okey” le dije, “si no quieres estar a la moda, es asunto tuyo.”
Me senté en una silla y me hice el que leía un libro, pero con el rabillo del ojo me mantuve vigilante observando a Petey. El tipo estaba destrozado. Primero miró el abrigo, con la expresión de un hambriento ante la vitrina de una pastelería.
Después se dio vuelta y levanto la barbilla resueltamente. Luego, volvió a mirar el abrigo, aun con mayor deseo reflejado en su rostro. Luego se dio vuelta, pero no con tanta resolución esta vez. Finalmente, ya no dio vuelta la cara, sino que se quedó mirando fijamente el abrigo, enloquecido por el deseo.
– “No es que yo estuviera enamorado de Polly”, dijo con voz ronca. “o que estuviera saliendo con ella, o algo por el estilo”
– “Es cierto” murmure.
– ¿Qué es Polly para mí o para ella?”
– “Nada” respondí yo.
– “Ha sido solo una relación casual –solo unas pocas risas, eso es todo”
– “Pruébate el abrigo”, dije. Acepto. El abrigo sobresalía por arriba de sus orejas y caía hasta abajo, hasta la punta de sus zapatos. Se veía como una montaña de mapaches muertos. “Me queda estupendo”, dijo feliz. Me levante de mi silla. “¿Es un trato?”, Pregunté, extendiéndole la mano. Trago saliva. “Es un trato”, dijo, apretando mi mano.
Procedí en esto, como en todas las cosas, sistemáticamente. Le di un curso de lógica, de modo que tenía todos los datos en la punta de mis dedos.
– ¡Oh, fantástico!, dijo. Una cosa debo decir de esta niña, es difícil encontrar otra tan fácil de agradar. Nos fuimos al parque, el lugar de citas del campus, y nos sentamos bajo un añoso roble. Ella me miró expectante y preguntó: “¿de qué vamos a conversar?”
– “De lógica”.
Lo pensó por un momento y decidió que le agradaba la idea.
– “La lógica”, dije yo, aclarando mi garganta, “es la ciencia del pensamiento. Antes que podamos pensar correctamente, debemos aprender primero a reconocer las falacias más comunes de la lógica. Nos ocuparemos de ellas esta noche”.
– “¡Bravo!” gritó aplaudiendo con anticipado placer.
– “Primero” dije, “examinemos la falacia “Dicto Simpliciter”.
– “Dicto Simpliciter es un argumento basado en una generalización no limitada. Por ejemplo, “el ejercicio es bueno. Por lo tanto, todos deberían hacer ejercicio.”
– “No” confesó. “Pero es súper. ¡Haz más!”
Oculté mi desesperación. “Polly”, es una falacia. La conclusión es demasiado apresurada. Hay muy pocas instancias para apoyar tal conclusión.”
– “Polly” la interrumpí, cortante. “Es una falacia. Eula Becker no es causa de que llueva. No tiene ninguna relación con la lluvia. Si le hechas la culpa a Eula Becker, eres culpable de Post Hoc.”
– “No lo volveré a hacer”, prometió contrita. “¿Estás enojado conmigo?”
– “No, Polly, no estoy enojado” suspiré.
– “Entonces, cuéntame más falacias”
– “Bueno” dije. “veamos Premisas contradictorias”
– “Sí. Veámoslas”, dijo guiñando sus ojos con placer. Yo fruncí el entrecejo, pero seguí adelante. “Aquí tienes un ejemplo de premisas contradictorias: si Dios puede hacerlo todo, ¿puede hacer una piedra tan pesada que El mismo no sea capaz de levantar?”
– “Pero si puede hacerlo todo, puede levantar la piedra” dije.
– “Si”, dijo pensativa. “bueno, entonces supongo que no puede hacer la piedra”
– “Pero Él puede hacerlo todo”, le recordé. Se rascó su preciosa y vacía cabeza. “Estoy tan confundida” admitió.
– “Por supuesto que lo estás. Porque cuando las premisas de un argumento son contradictorias entre sí, no puede haber argumento. Si existe una fuerza irresistible, entonces no puede existir un objeto inamovible. Si existe un objeto inamovible, entonces no puede existir una fuerza irresistible. ¿Entiendes?”
La fui a dejar a los dormitorios de las niñas, donde me aseguró que había tenido una noche perfectamente sensa y me fui malhumorado a mi cuarto. Petey estaba roncando en su cama con el abrigo de mapache arrollado a sus pies como una gran bestia peluda. Por un momento consideré la posibilidad de despertarlo y decirle que podía tener a su chica de vuelta. Me parecía evidentemente que mi proyecto estaba fatalmente destinado al fracaso. La chica simplemente tenía una cabeza a prueba de lógica.
Sentados bajo el roble, la noche siguiente, le dije: “nuestra primera falacia de esta noche se llama “ad misericordiam” Ella tembló de gusto.
Una lagrima rodó por cada una de las rosadas mejillas de Polly.
– “¡Oh! Esto es terrible”, gimoteó.
– “¿Tienes un pañuelo?”, Dijo entre sollozos. Yo le pasé un pañuelo y trate de evitar gritar, mientras ella se enjuagaba los ojos. “Ahora”, dije, en un tono cuidadosamente calculado, “discutiremos la “falsa analogía”. He aquí un ejemplo: a los estudiantes se les debería permitir consultar sus textos de estudio durante los exámenes. Después de todo, los cirujanos tienen rayos X para guiarlos durante una operación, los abogados tienen escritos para guiarlos durante un juicio y los carpinteros tienen planos para guiarlos cuando construyen una casa. Entonces, ¿por qué los estudiantes no pueden mirar sus textos durante los exámenes?” – “¡Fantástico!” dijo con entusiasmo. “Es la idea más sensa que he escuchado en años».
– “De todos modos, creo que es una buena idea” dijo Polly.
– “Tonterías” murmure. Pero, resueltamente continúe avanzando. “Ahora examinaremos la “hipótesis contraria a los hechos.”
– “Suena exquisita” respondió Polly.
– “Verdad, verdad” exclamó Polly asintiendo con la cabeza. “¿Viste la película? Me fascinó. Ese Walter Pidgeon es un sueño. Quiero decir que me trastorna.
– “Deberían hacer más películas con Walter Pigdeon” dijo Polly. “Ya casi no lo puedo ver nunca.” Una oportunidad más, decidí. Pero sería la última. Hay un límite para la resistencia humana. “La próxima falacia se llama “envenenar el pozo”, anuncie.
– “¡Qué amor!” gorjeó.
La observe con atención mientras su linda frente se arrugaba en un esfuerzo de concentración. De pronto, un leve resplandor de inteligencia –el primero que yo veía- se asomó a sus ojos. “¡No es justo!”, Exclamo con indignación. “No es justo en lo más mínimo. ¿Qué oportunidad tiene el segundo hombre si el primero lo llama mentiroso, incluso antes de que empiece a hablar?”
– “¡Correcto!” grité, saltando de felicidad. “Ciento por ciento correcto. No es justo. El primer hombre ha “envenenado el pozo “antes que cualquier persona pudiera beber de él. Ha imposibilitado la defensa de su oponente antes que se haya podido siquiera empezar. Polly, estoy orgulloso de ti”.
– “Mm” murmuró, enrojeciendo de placer.
– “Estoy lista”, dijo ella, haciendo un grácil movimiento en el aire con su mano invitándome a disparar. Fortalecido al constatar que Polly no era totalmente estúpida, empecé un largo y paciente repaso de todo lo que le había enseñado. Una y otra, y otra vez, le cite las instancias, le indique las faltas, martillando sin descanso. Era como cavar un túnel. Al principio, todo era trabajo, sudor y oscuridad. No tenía idea de cuando alcanzaría la luz, o siquiera si la alcanzaría. Pero yo persistía. Machacaba, arañaba, raspaba y finalmente fui recompensado. Vi una grieta de luz que luego se hizo más grande y el sol se derramo por ella haciendo brillar todo.
Cinco agotadoras noches tomó este trabajo, pero valió la pena. Había logrado convertir a Polly en una persona lógica, le había enseñado a pensar. Mi trabajo había terminado. Por fin ella era digna de mí. Ahora ella era una esposa adecuada para mí, la anfitriona adecuada para mis muchas mansiones, la perfecta madre para mis acaudalados hijos.
No se debe pensar que yo no sentía amor por esta niña. Muy por el contrario. Tal como Pigmalion amaba a la mujer perfecta que había modelado, así amaba yo a la mía. Había llegado el momento de cambiar nuestra relación de académica a romántica.
– “Polly” le dije la próxima vez que nos sentamos bajo nuestro roble, “esta noche no vamos a hablar de falacias”.
– “¡Qué pena!” dijo ella, desilusionada.
– “Querida” le dije, obsequiándole mi mejor sonrisa, “ya hemos pasado juntos cinco noches. Nos hemos llevado espléndidamente bien. Es evidente que estamos hechos el uno para el otro.”
– “Generalización apresurada” exclamó ella. “¿Cómo puedes afirmar que estamos hechos el uno para el otro sobre la base de solo cinco citas?”
Reí para mis adentros con placer. La querida niña había aprendido bien su lección. “Querida” dije, acariciando su mano con pequeños golpecitos tolerantes, “cinco citas es mas que suficiente. Después de todo, no es necesario comerse la torta entera para saber que está buena.”
– “Falsa analogía” respondió Polly prontamente. “Yo no soy una torta, soy una chica.” Sonreí para mis adentros con un poco menos de placer. La querida niña había aprendido su lección tal vez demasiado bien. Entonces decidí cambiar la táctica. Obviamente el mejor abordaje era una simple, firme y directa declaración de amor. Me detuve un momento mientras mi potente cerebro elegía las palabras adecuadas. Entonces comencé:
– “Polly, te amo. Tu representas todo el mundo para mí, y la luna y las estrellas y todas las constelaciones del espacio exterior. Por favor, querida mía, di que aceptaras ser mi novia. Si no lo haces, mi vida carecerá de sentido. Languideceré, me rehusare a comer y vagare por la faz de la tierra como un viejo casco de barco tambaleante y con ojos vacíos.”
Listo pensé, cruzando mis brazos. Esto debería lograrlo.
– “Ad misericordiam” dijo Polly.
Rechiné los dientes. Yo no era Pigmaleon, sino Frankestein. Había creado un monstruo y este me tenía agarrado del cuello. Desesperadamente luche contra la ola de pánico que me inundaba. A toda costa tenía que mantener la calma.
– “Bien Polly” dije, esforzándome por sonreír, “realmente aprendiste tus falacias”
– “¡Por supuesto que sí!” dijo con un vigoroso movimiento de cabeza.
– “¿Y quién te las enseñó, Polly?”
– “Tú fuiste.”
– “Correcto. Por lo tanto, me debes algo, ¿no es cierto, querida? Si yo no hubiera aparecido, tu nunca habrías aprendido nada acerca de las falacias.”
– “Hipótesis contraria a los hechos, replicó Polly al instante.
Sacudí con violencia el sudor de mi frente.
– “Polly” gruñí, “no debes tomar estas cosas tan literalmente. Quiero decir que esto es solo materia de clases y tú sabes que las cosas que se aprenden en la escuela no tienen nada que ver con la vida.”
– “ Dicto simpliciter” dijo ella, levantando burlonamente su dedo hacia mí.
Esa fue la gota que derramó el vaso. ¿Serás mi novia o no?.”
– “No”
– “¿Por qué no?
– “Porque esta tarde le prometí a Petey Bellow que sería la novia de él.”
Caí hacia atrás abrumado por la infamia de Petey. Después que me prometió, que hizo un trato conmigo, que me dio la mano. “¡Que rata!” chillé pateando el pasto. “No puedes irte con él, Polly. Es un mentiroso. Un tramposo. Es una rata”.
– “Envenenar el pozo” dijo Polly. “Y deja de gritar. Creo que gritar debe ser una falacia también.”
Con un enorme esfuerzo de voluntad module mi voz y dije: “muy bien. Eres una persona lógica. Miremos las cosas lógicamente. ¿Cómo pudiste escoger a Petey Bellow en lugar de escogerme a mí? Mírame: soy un estudiante brillante, un gran intelectual, un hombre con el futuro asegurado. Mira a Petey: una cabeza confusa, un atado de nervios, un tipo que nunca sabrá donde obtendrá su próxima comida. ¿Podrías darme una razón lógica por la cual deberías convertirte en la novia de Petey Bellow?”
– “Por supuesto que puedo” dijo Polly. “Tiene un abrigo de mapache.”
Fin.
¡Gracias por compartir esto, Chris! Está de miedo haha.
Jajaja me reí mucho!! Y aprendí mucho también! Gracias Chris y Dios te bendiga
Una de las mejores y entretenidas historias que he leído