NO ERES UNA BUENA PERSONA
Por. Dr. Clay Jones, Universidad de Biola
Al pasar de los años me he percatado que muchas personas creen que la gente es generalmente buena.
Pero eso no es lo que Jesús enseñó. Considera que Jesús no estaba bromeando cuando se le llamó “maestro bueno” y él contestó,
¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios.”1
Ahora, es verdad que hay mucha gente aparentemente buena—hay muchísimos—pero no debemos confundir apariencia de bondad con bondad interior. Para Jesús, la maldad es siempre y primordialmente un asunto del corazón. Y por cierto, ambos eminentes teólogos, Calvino y Arminio, concluyeron que, aparte del trabajo del Espíritu Santo en el corazón de los creyentes, nadie nunca hace el bien. Aún así, muchos se preguntan: ¿Será posible que alguien sea buena persona sin tener una relación con Cristo?
Quiero aclarar que no estoy sugiriendo ni remotamente que los cristianos no pecan. Sí lo hacen, con frecuencia, y a veces descaradamente. ¡Claro que los cristianos pecan! Yo peco. Pero los cristianos verdaderos—aquellos que han nacido de nuevo, aquellos llenos del Espíritu Santo—son renovados por dentro. Se tornan “obedientes desde el corazón” y “esclavos de la justicia” (Romanos 6:17-18). Estas personas dejan de vivir en la maldad y el pecado. En otras palabras, el interior de la persona cristiana desea hacer la voluntad de Dios aunque con frecuencia no escojan el bien. Veamos ahora la “bondad” humana aparte de Cristo.
¿POR QUÉ ES QUE LA GENTE MALA HACE COSAS BUENAS?
Con frecuencia he preguntado a mis alumnos: «¿Por qué los pandilleros se detienen en los semáforos en rojo?». Es decir, no es que los pandilleros piensen: «¡No me importa ninguna otra ley, pero sí respeto las leyes de tránsito y por eso me detendré en los semáforos en rojo! Entonces, ¿por qué los pandilleros se detienen en los semáforos en rojo? Un estudiante preguntó una vez tímidamente: «¿Porque no quieren que los multen?». Sí, por supuesto, eso podría ser parte de ello. ¿Pero no hay una razón mayor, más convincente? ¿No es la verdadera razón por la que los pandilleros se detienen en los semáforos en rojo porque no quieren ser atropellados por un tráiler de 18 ruedas y hacerse pomada? Claro que sí. En otras palabras, la razón por la que los pandilleros se detienen en los semáforos en rojo es auto-conservación. Mero egoísmo. Pero no se detienen por la bondad moral de sus corazones.
Jesús dijo que
“cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” 2.
Ahora considere un escenario en el que un hombre y una mujer trabajan en la misma empresa y ambos están casados con personas ajenas a esa empresa. Y con el tiempo, él empieza a coquetear con ella, y ella empieza a coquetear con él. Pronto ambos tienen fantasías sexuales el uno con el otro, y ambos empiezan a pensar que quizás la otra persona estaría dispuesta a tener sexo con ellos. Si ese es el caso, ¿por qué no van hasta el final y tienen relaciones sexuales?
Bueno, no es porque hayan decidido querer y honrar a su cónyuge exclusivamente, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no «lo hacen»? ¿No será porque tienen miedo de que ella quede embarazada? O tienen miedo de que uno de ellos traiga a casa una enfermedad venérea («Oh, eso es algo nuevo cariño, ¿de dónde lo sacaste?»). ¿O temen que si su adulterio se hace público puedan perder su trabajo, su familia o su reputación? ¿O todo lo anterior?
Sea cual sea el caso, notemos que la razón por la que no «lo hacen» no es la bondad moral de sus corazones. Más bien, es por interés propio. Y cuando las personas que se encuentran en esta situación finalmente deciden dar rienda a su maldad y «lo hacen», es porque han decidido que tienen soluciones para todos los problemas potenciales («Usaremos un condón», «Nuestros cónyuges están de viaje», «Ella/él nunca lo dirá», etc.).
Podemos pensar que los que restringen su adulterio a su mente son buenas personas, pero no lo son. El mundo está lleno de esa «gente buena». En última instancia, el mal es una cuestión del corazón.
El apóstol Juan escribió:
«El que odia a su hermano es un asesino»3
En otras palabras, si odias a alguien, eres un asesino aunque no mates a esa persona. ¿Por qué no matas a la persona que odias? No es porque la persona te importe, ¿verdad? Después de todo, ya hemos establecido que la odias. ¿Entonces, que no es por puro interés propio? «No quiero vivir en una celda y he visto a esos tipos/chicas en la población carcelaria, ¡y no creo poder desarrollar una musculatura adecuada en mi celda levantando pesas como para protegerme!» Y, como con el adulterio, cuando los que odian realmente matan, es porque se han convencido, con razón o sin ella, de que pueden salirse con la suya.
Siendo así, ¿cuántos de nosotros salimos de la secundaria sin ser asesinos adúlteros? Yo no lo hice. Odiaba a los niños, y los niños me odiaban a mí. Y no creo que tenga que explicarte la parte adúltera de la mente de un chico de secundaria. Así que vivimos en una sociedad de asesinos adúlteros que piensan que son buenas personas porque no están realizando sus deseos pecaminosos debido al interés propio y a la auto-conservación.
Con estas verdades a la vista, quizás la Escritura tenga más sentido cuando dice en Romanos 3:
«No hay nadie que haga el bien, ni siquiera uno. Sus gargantas son tumbas abiertas… Sus bocas están llenas de maldiciones… Sus pies son rápidos para derramar sangre»4
Ahora bien, a veces la gente objeta que la Biblia menciona a ciertas personas como «buenas». Pero debemos dejar que toda la Escritura informe nuestra comprensión sobre este asunto y, como se ha señalado, Romanos 3:23 afirma claramente que
«todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios».
Más adelante, en Romanos 4:2-3, leemos que Abraham era justo, pero esa justicia se basaba en su fe, no porque no fuera pecador:
«Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué jactarse, pero no ante Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? ‘Abraham creyó a Dios, y le fue contado como justicia'».
Por lo tanto, podemos estar seguros de que los santos del Antiguo Testamento que fueron llamados justos fueron designados así debido a su fe (Hebreos 11), y su fe los llevó a vivir en conformidad con la voluntad de Dios. No así porque fueran innatamente buenas personas.
¿FUE GANDHI UNA BUENA PERSONA?
Mucha gente saca a relucir ejemplos concretos de personas «buenas»: «Muy bien, pero ¿y qué con la abuela?, dicen algunos. Seguro que no es cristiana, pero es voluntaria en el centro comunitario y hace galletitas de chocolate para los niños de su colonia. ¿Qué no es una buena persona?». Pero eso no la convierte en una buena persona, sólo la convierte en una persona agradable. Después de todo, podemos estar seguros de que hay algunas abuelitas de narcotraficantes que ayudan a los ancianos, y hacen galletitas de chocolate para los hijitos de los narcotraficantes de sus colonias. Seguro que las hay. Pero eso no las hace buenas personas. Amabilidad no es bondad. El Chapo Guzmán fue muy amable al ayudar a la gente de su pueblo pero no es una buena persona.
Gandhi se cita a menudo como un ejemplo de «buena persona». Pero Gandhi no era bueno. De nuevo, hacer una buena acción—o incluso muchas buenas acciones—no convierte a alguien en una buena persona. Gandhi puede haber hecho muchas cosas buenas, pero todas las noches se iba a la cama desnudo con sus dos sobrinas, otras chicas (a menudo al mismo tiempo), e incluso con mujeres casadas (una de ellas casada con su sobrino-nieto). Decía que lo hacía para poner a prueba su resistencia5. No nos queda claro exactamente en cuantas ocasiones su resistencia le falló.
La amabilidad no es lo mismo que la bondad. Prestar dinero o posesiones a los que nos prestan, sonreír a los vecinos y hornear galletitas no hace que uno sea buena persona. Una constatación espeluznante sobre los asesinos es que, por lo demás, pueden ser amables. Adolph Eichmann, el administrador de Auschwitz, era un hombre de familia que nunca mató a nadie;6 Pol Pot, quien orquestó los campos de exterminio de Camboya, tenía una cálida sonrisa. David Chandler escribe:
«Sus compañeros de colegio le recordaban como un estudiante mediocre pero de agradable compañía, una reputación que persistió entre quienes le conocieron en Francia. Como profesor, se le recordaba como una persona tranquila, segura de sí misma, de rasgos suaves… honesta y persuasiva, incluso hipnótica cuando hablaba a grupos pequeños… Un hombre que le conoció a finales de la década de 1950, por ejemplo, dijo: ‘Vi inmediatamente que podía convertirme en su amigo de por vida'». 7
Cuando la ley atrapa a los asesinos en serie, a menudo sus vecinos suelen sorprenderse y testificar que los asesinos eran amables, incluso serviciales con los que les rodeaban. Como dijo C.S. Lewis,
«Todo el mundo se siente benevolente si no hay nada que le moleste en ese momento»8.
Así dijo Jesús:
«Si sólo aman a la gente que los ama, no hacen nada extraordinario. ¡Hasta los pecadores hacen eso! Y si sólo tratan bien a la gente que los trata bien, tampoco hacen nada extraordinario. ¡Hasta los pecadores hacen eso! Si ustedes les prestan algo sólo a los que pueden darles también algo, no hacen nada que merezca ser premiado. Los pecadores también se prestan unos a otros, esperando recibir muchas ganancias.»9.
Muchos malinterpretan a los líderes religiosos judíos de la época de Jesús, los fariseos: Eran personas aparentemente buenas. Pero Jesús los llamó sepulcros blanqueados, guías ciegos, generación de víboras. Por fuera parecían buenos, pero por dentro estaban «llenos de huesos de muertos»10 Y, contrariamente a la creencia popular, Jesús nunca los criticó por condenar el pecado; los criticó por hacer lo que condenaban: la levadura de los fariseos era la hipocresía11. En otras palabras, la característica principal de los fariseos era que no vivían conforme lo que decían vivir. Del mismo modo, hay muchos en las iglesias de hoy que asisten con regularidad, dan y saludan, pero sin arrepentirse albergan odio y lujuria en sus corazones.
PORQUE MUCHAS PERSONAS HACEN EL BIEN
A menudo me preguntan por los actos heroicos que parecen ser ejemplos de bondad humana, pero, de nuevo, hacer un acto bueno o incluso muchos actos buenos no le convierte a uno en una buena persona. Sólo lo convierte en hacedor de algunos actos buenos. Pero hay más que decir sobre el heroísmo. Ernest Becker, en su libro «La negación de la muerte», ganador del Premio Pulitzer, argumenta con éxito que el miedo principal del hombre, el resorte de su existencia, es que sabe que va a morir. Para hacer frente a ello, como resume el autor del prólogo, el hombre intenta «trascender a la muerte participando en algo de valor duradero». Conseguimos una falsa inmortalidad sacrificándonos para conquistar un imperio, construir un templo, escribir un libro, fundar una familia, acumular una fortuna, fomentar el progreso y la prosperidad, crear una sociedad de la información y un mercado libre global»12.
Becker escribe además que un soldado que se «arrojara sobre una granada para salvar a sus camaradas» debe «sentir y creer que lo que está haciendo es verdaderamente heroico, eterno y supremamente significativo», y dice que este esfuerzo por la heroicidad en las «personas apasionadas» es «un grito de gloria tan claro y reflexivo como el aullido de un perro». «Pero para la mayoría de la gente –para las «masas más pasivas»—este heroísmo está «disfrazado, ya que siguen humildemente y con quejas los papeles que la sociedad ha designado para sus heroicidades y tratan de ganarse sus ascensos dentro del sistema» que les permite «sobresalir, aunque lo hagan solo un poco de manera mas segura»13 Becker, que rechaza abiertamente el cristianismo, atestigua además lo que enseñan las Escrituras:
«No hay nadie que haga el bien» (Romanos 3:12).
Hay algo fundamentalmente malo en la humanidad, y la mejor explicación es el pecado original: todos nacemos en un estado corrupto. Esto es lo que dice la Biblia sobre la naturaleza de la gente aparte de Dios: nuestra naturaleza antes de nacer de nuevo. Efesios 2:1-3:
«Y estabais muertos en los delitos y pecados en que anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, en pos del príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de la desobediencia, entre los cuales todos vivíamos en otro tiempo en las pasiones de nuestra carne, realizando los deseos del cuerpo y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, como los demás hombres.»
Noten que fuera de Cristo, satanás está trabajando dentro de ustedes y son «por naturaleza hijos de la ira». Pero el siguiente versículo, Efesios 2:4 nos dice:
«Pero por su gran amor hacia nosotros, Dios, que es rico en misericordia, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en transgresiones; por gracia habéis sido salvados».
En efecto, puedes nacer de nuevo en una nueva familia. Confía en la obra de Jesús en la cruz y arrepiéntete de tus pecados. Serás salvo y entonces te volverás obediente de corazón.
No se me ocurre un mensaje más impopular que el que he publicado aquí. Muchos se sentirán ofendidos porque diga que, aparte de Jesús, no hay buenas personas. De hecho, una vez un estudiante preguntó tímidamente: «¿Es este un mensaje que realmente queremos transmitir?». Yo respondí:
«Jesús dijo que ‘la razón por la que el mundo me odia es porque testifico que sus obras son malas’. Así que ¡Imitemos a Jesús!»
¿No es ésta otra forma en la que deberíamos parecernos más a Jesús?
- Marcos 10:18 ↩
- Mateo 5:28 ↩
- 1 Juan 3:15 ↩
- Romanos 3:12-15 ↩
- Jad Adams, “Thrill of the Chaste: The Truth about Gandhi’s Sex Life,” The Independent, April 7, 2010, http://www.independent.co.uk/arts-entertainment/books/features/thrill-of-the-chaste-the-truth-about-gandhis-sex-life-1937411.html. ↩
- Ver Hannah Arndt, Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil (New York: Penguin, 1994). ↩
- David P. Chandler, Brother Number One: A Political Biography of Pol Pot (Boulder, CO: Westview, 1992) ↩
- Lewis, Problem of Pain, 44. ↩
- Lucas 6:32-34 TLA ↩
- Mateo 23:27 ↩
- Lucas 12:1 ↩
- Sam Keen, “Forward” en Ernest Becker, The Denial of Death (New York: Free Press, 1973), xiii. ↩
- ibid. ↩