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Nombres Propios en la Biblia Avalan su Autenticidad
Director del departamento de Apologética: Universidad de Biola.
Es común entre los escépticos el afirmar altaneramente que los escritos de los Evangelios—las fuentes primarias del ministerio, enseñanza, crucifixión y resurrección de Jesús—no son confiables ya que fueron escritos anónimamente en tierras lejanas mucho tiempo después de los eventos que supuestamente relatan. El erudito Bart Ehrman, por ejemplo, cree que no se debe confiar en la autenticidad de los Evangelios porque fueron escritos tardíos, lejos de las fuentes primarias, y son derivados de leyendas que surgieron corruptiblemente alrededor de las fogatas de hombres primitivos.
Pero desde luego, hay una tremenda cantidad de evidencia contraria—evidencia que muestra que los Evangelios fueron escritos cerca de los hechos, acertadamente, por personas que ya sea fueron testigos presenciales o que tuvieron acceso de primera mano a dicho testimonio. Un buen detective escudriñando los Evangelios se impresionaría con la cantidad de hechos incidentales en las narrativas y de cómo pintan un cuadro acertado del estilo de vida en la Palestina del Siglo I. Hay un innegable sabor de autenticidad en los Evangelios en temas tan variados como agricultura, arquitectura, botánica, costumbres, economía, lenguaje, leyes, política, religión, estratos sociales, topografía, clima y mucho mas. Sería difícil acertar en todos estos detalles si los escritores de los Evangelios hubieran tenido poco (o ningún) contacto con los tiempos y las tierras acerca de las cuales escribieron.
En la última década, una nueva área de investigación ha confirmado que los escritores de los Evangelios en verdad poseían un conocimiento íntimo de la vida en aquel tiempo y lugar. Y esta investigación nueva nos llega a partir de un estudio profundo de nombres personales.
En el 2002 un erudito Israelí llamada Tal Ilan se dio a una aparentemente aburrida tarea que ha resultado en importantes dividendos para autentificar el Nuevo Testamento. Se dedicó a revisar documentos, grabados, fragmentos de papiros, osarios, y similares documentos datando del periodo cuando vivieron Jesús y los apóstoles para compilar una lista de más de 3,000 nombres propios—junto con cualquier información adicional que pudo encontrar acerca de esos nombres. Esto fue similar a la compilación de un directorio telefónico a partir de montones de basura.
Gracias a este trabajo, fue posible por primera vez en la historia encontrar los nombres propios más populares durante los tiempos de Jesús y como esos nombres fueron usados. ¿Por qué es esto importante? Bueno, porque si los escritores de los Evangelios realmente no tuvieron contacto con los personajes en sus escritos, si escribieron décadas después y nunca visitaron los lugares de los que escriben, entonces habría sido prácticamente imposible saber los nombres propios correctos y comúnmente usados en esa época. Sería como si alguien que nunca ha vivido fuera de California intentara escribir una historia acerca de personas que vivieron en Portugal hace 60 años y el escritor capturara perfectamente todos los detalles de los nombres personales de esos días sin viajar, sin internet, sin enciclopedias y sin bibliotecas. Es claro que este tipo de adivinación o coincidencia acerca del uso de nombres propios en Portugal de hace medio siglo es absolutamente inverosímil.
Sin embargo, esta nueva investigación muestra que los escritores de los Evangelios “dieron en el clavo” en cuanto a la popularidad, frecuencia, proporción y uso de nombres personales en el texto de la Escritura, indicando una profunda familiaridad con la vida en la geografía y tiempos exactos cuando vivieron Jesús y sus primeros seguidores. El erudito británico Neo-testamentario Richard Bauckham ha hecho un trabajo exhaustivo correlacionando los nombres del Nuevo Testamento (ver capítulos 3 y 4 de su libro Jesus and the Eyewitneses, Eerdmans, 2006) con la lista de 3,000 nombres compilados por Ilan concluyendo lo siguiente:
- Los Evangelios fueron muy exactos (casi perfectos) en la forma en que capturan la frecuencia de nombre de entre los palestinos judíos de la época. Por ejemplo. La lista de Ilan de los 10 nombres más populares coincide línea por línea con la lista de nombres más frecuentemente usados en los Evangelios y el libro de Hechos. Esto es una extraordinaria confirmación por correlación.
- En contraste, si se examinan los nombres más populares en una región distinta (como Egipto) en la misma época, la lista es dramáticamente distinta. El patrón de nombres no coincide con lo que conocemos de los nombres en palestina.
- También, en contraste, si se examinan los nombres que aparecen en escritos apócrifos (como el evangelio de Tomás, Maria, Judas), es evidente que la frecuencia y proporción de nombres en estos escritos no coinciden con lo que sabemos son los nombres auténticos de las tierras y tiempos de Jesús. Por lo tanto los apócrifos no tienen el mismo tono de veracidad en cuanto a nombres personales y no se consideran como auténticos (con razón).
A continuación presentamos las dos listas de Nombres (Masculinos y Femeninos) donde el Dr Bauckham compara los nombres en el Nuevo Testamento con la lista de la doctora Tal Ilan:
Hay mucho más que decir acerca de cómo el uso de nombres propios en los Evangelios y el Libro de Hechos ayuda a demostrar que estos escritos son registros auténticos de la época. Usted puede referirse a los trabajos de Ilan y Bauckham para mayores detalles. Pero podemos estar tranquilos de que lo mejor de la erudición ha demostrado de nuevo no solo que los Evangelios están basados en reportes de testigos oculares, sino también que estos escritos son de alta calidad. Contrario a los que afirma Ehrman y otros escépticos, tenemos excelentes razones para creer que tenemos un registro fiel de la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Craig J. Hazen es el fundador y director de la maestría en apologética de la universidad de Biola y autor de la novela Five Sacred Crossings. Tiene un doctorado de la Universidad de California en Santa Barbara.