¿POR QUÉ DIOS SE MANTIENE OCULTO?

¿POR QUÉ DIOS SE MANTIENE OCULTO?

por Chris Du-Pond

Cuando a Bertrand Russell, uno de los filósofos más famosos en Inglaterra, se le preguntó que qué le diría a Dios si se le apareciera poco después de su muerte acerca de por qué no creyó en Él, contestó célebremente:

“¡No hubo evidencia suficiente, Dios, no hubo evidencia suficiente!”

Esta es una de las quejas más frecuentes (sino que la principal) de los escépticos: Dios se mantiene oculto y por ende, no hay suficiente evidencia de su existencia.

Por otro lado, cuando los cristianos sufrimos, podemos sentirnos abandonados por Dios. Lo podemos sentir ausente. Podemos dudar de Él por su ausencia.

Quisiera responder brevemente a ambas cuestiones en este apartado.

En primera instancia, Dios no está tan oculto como muchos afirman. Tenemos evidencia más que suficiente para justificar nuestra creencia en Dios. Tenemos muy buenos argumentos a favor de la existencia de Dios. Dios se ha revelado en la naturaleza y por medio de la resurrección de Jesús de la cual tenemos evidencia histórica contundente.

Pero parece que algunos quieren mayor evidencia de la que ya tenemos.

Pero esto no es un problema nuevo. Jesús mismo lo experimentó:

En Mateo 12:38-39, cuando algunos de los “escribas y fariseos” dijeron a Jesús, “Maestro, queremos ver una señal (un milagro) de parte Tuya”, Él contestó,

“Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal (ningún milagro) se le dará, sino la señal de Jonás el profeta”, haciendo aquí referencia a su propia resurrección.

¿Por qué contestó así Jesús?

¿Por qué es que Jesús no hizo un milagro en el acto para desmentir a los escépticos y que creyeran al instante?

El punto central es que el propósito de Dios NO ES que la gente tenga mero conocimiento intelectual de su existencia. Dios lo que quiere es una relación Padre-hijos con nosotros.

Los que piden milagros para “probar” a Dios están ignorando la evidencia que ya tienen porque en su corazón ya tomaron una decisión. Jesús de hecho hablaba de la evidencia de su resurrección.

Dios no creó al ser humano porque estaba aburrido o por necesidad. Dios en su perfección crea a los humanos para que podamos unirnos a él para siempre. Y ya que Dios es el ser máximamente perfecto y amoroso, nos invita a unirnos a Él en un abrazo eterno. Ese es el propósito para el que Dios nos creó: el propósito final del ser humano es amar a Dios y disfrutarlo por siempre.

Pero la palabra clave aquí es amor. El amar a Dios requiere de un acto de la voluntad. No se puede amar a nadie a la fuerza. Y en nuestra sociedad, a los que tratan de forzar a otros a amar les llamamos sociópatas o violadores. Dios no es ni uno ni otro. Y el simple conocimiento intelectual rara vez causaría a los escépticos a amar a Dios. A Dios no le interesa eso. Dios pudo haber hecho el mundo de tal forma que cada vez que levantáramos la mirada al cielo, viéramos una espada de fuego merodeando sobre nuestras cabezas con el conocimiento de que el menor conato de rebelión resultaría en nuestra decapitación inmediata. Ahí entonces todo el mundo al menos fingiría ser un seguidor de Dios, ¿cierto? Pero una lealtad fingida no es más que una rebelión esperando su oportunidad.  ¿Y cuál sería el resultado de una lealtad fingida? Como diría el antiguo refrán: “Una persona que cambia en contra de su voluntad, sigue teniendo la misma opinión”.

En su debate con Keth D. Parsons, el Dr. William Lane Craig desenmascara el escepticismo extremo que niega la evidencia que ya tenemos. Finalmente muchos escépticos suben tanto el estándar de evidencia que realmente NADA los convencería de la existencia de Dios.

Si Dios quiere que la gente tome conciencia y responsabilidad de las consecuencias de sus actos y libremente decida si le va a amar a Él y a su prójimo, entonces el universo debe ser un lugar en el que hay suficiente evidencia de su existencia para que, los que quieran creer lo puedan hacer con suficiente justificación; pero sin tanta evidencia para que aquellos que se quieran rebelar no se vean forzados a fingir lealtad. Porque una lealtad fingida, como hemos dicho, no es mas que una rebelión en potencia.

En particular, Dios no te va obligar a nada y menos se va a aparecer para que tengas que fingir lealtad. Quiere que te acerques a el voluntariamente. La evidencia ya la tienes. Él te espera con brazos abiertos.

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