Dr. Clay Jones. Universidad de Biola.
Artículo original usado con permiso.
Muchos de los engaños más sucios del Diablo tienen que ver con su distorsión doctrinal del Cielo. Nos lo ha presentado como un lugar al que a nadie le gustaría ir. Después de todo, ¿quién querría tener alas y no poder volar, sentarse en una nube a puntear un arpa, sufrir amnesia (una de las distorsiones diabólicas es que no recordaremos a nadie), y sentarse a cantar coros sinfín? Desde luego, los apologistas raramente confrontan esta campaña de distorsión porque ya sea que uno piense que el cielo será un lugar tedioso o no, no es determinante para nuestra salvación.
¡Pero no pensemos que esto no tiene serias implicaciones!
Un día, una alumna mía llegó con un nudo en la garganta confesándome que realmente no quería ir al cielo.
Ella no está sola. He constatado que muchos cristianos piensan que el cielo no les va a gustar. Esto también distorsiona nuestro evangelismo si el mensaje que el mundo escucha es: “¡arrepiéntete de tus pecados para que luego puedas aburrirte para siempre!”
No cabe duda: esto es obra del diablo.
Afortunadamente, durante los últimos 30 años el foco de mi enseñanza ha sido el mensaje de gloria que nos espera en la eternidad.
Es mi intención el escribir más acerca de las mentiras que el Diablo nos inculca acerca del cielo, pero para comenzar, quisiera compartir un poco acerca de por qué anhelo la eternidad.
Por qué Anhelo la Eternidad
Anhelo estar con todos ustedes, conocerlos a todos, compartir experiencias con ustedes y los demás Santos que he conocido a través de los años, y con todos los seres, humanos o no, que conoceré allí.
Anhelo vivir sin culpa (¿se pueden imaginar?), sin lagrimas (ni siquiera lagrimas de alegría porque las lagrimas de alegría vienen como resultado del alivio de las pruebas y no habrá ninguna prueba de la cual sentirse aliviado), sin muerte, sin luto, sin dolor.
Anhelo los banquetes donde disfrutaremos el equivalente a vinos añejos y viandas exquisitas, y compartir esto con todos ustedes (¿saben?, Él habla de banquetes frecuentemente y de dicha por siempre a la diestra de su justicia).
Anhelo la herencia de un cielo nuevo y una tierra nueva. ¿Y me preguntarán qué habrá en ellos? Simple: estarán llenos de florecillas purpuras y amarillas; rosales sin espinas de todo color y fragancia, lirios, orquídeas, arboles cubiertos de musgo, y cascadas; cañones y montañas llenos de secoyas y ríos; riachuelos y prados, playas y rompeolas; leones amigables, tigres, y osos; tucanes y peces tropicales; águilas y colibrís iridiscentes; arboles colmados de duraznos, peras, y ciruelas; toda clase de uva y baya de vid.
Pero si me preguntan, ¿dónde dice la Biblia que todas esas cosas estarán en el nuevo Cielo y Tierra? Y desde luego, tendrían razón. La Biblia no dice que estas cosas estarán en el nuevo Cielo y Tierra, pero el Creador de todas ellas sí estará allí. El Creador de estrellas y lunas y planetas y la Vía Láctea y de atardeceres amarillos, anaranjados, rosados, y purpuras estará allí. El creador no solo de mundos, sino quásares, agujeros negros, cúmulos de estrellas, y galaxias—de las que no hay dos iguales. Vaya, que ni aún ha creado dos copos de nieve idénticos. ¡Estaremos allá!
Puede ser que algunas de las cosas que mencioné no estén ahí, pero si no entonces debemos esperar cosas aun mejores en su lugar—no cosas peores. En el Apocalipsis, Juan nos dice que seis serafines alados con cuatro cabezas y ojos por todas partes estarán ahí, y que un río de cristal fluye del trono y que el río está rodeado por el Árbol de la Vida que produce doce cosechas de fruto cuyas hojas sanan a las naciones.
He probado muchas frutas. Me pregunto: ¿Qué sabor tendrá la vida?
Anhelo heredar estas cosas con ustedes y anhelo reinar con Jesús y levantar obras que no se oxiden o corrompan y que jamás serán deshechas. Y sabemos que hay Uno cuya voz era “como el estruendo de muchas aguas y retumbar de truenos, y la voz que escuché era como el sonido de harpistas tocando sus harpas.” Y se nos dice que hay un trono en el cielo y el que está sentado en el trono “era semejante a piedra de jaspe y de cornalina.” Había “alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda,” y Su templo estaba “adornado con toda piedra preciosa” incluyendo el profundo zafiro azulado, amatista purpura, berilio verde-azul, topacio dorado, verde esmeralda, Jacinto rojo-anaranjado, y calcedonia azul claro.
Él estará allí.
Anhelo conocer lo a Él, al Único, al Santo, y el estar con Él y que comparta con ustedes y conmigo.
Y anhelo hacer todo esto por siempre.
Apocalipsis 22:4-5: Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
Amen y Amen.