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TÁCTICAS PARA COMPARTIR TU FE
En nuestra cultura circulan muchas ideas contrarias al Cristianismo. No solo son algunas de estas ideas ilógicas, sino que incluyen contradicciones irreconciliables que parecen escapar a las mentes de quienes las afirman. Dos de estas ideas comunes son la tolerancia y el pluralismo. Tradicionalmente, la tolerancia ha sido definida como la habilidad de respetar y coexistir con gente de opiniones, ideas y/o comportamiento contrario al propio, pero hoy en día, la tolerancia se ha redefinido para significar que ¡uno debe, por fuerza, aceptar y estar de acuerdo con opiniones contrarias a la nuestra!
El problema con el concepto moderno de tolerancia es que la mayoría de los cristianos no detectan la redefinición implícita del término y la gente fácilmente los silencia usando frases como “deja ya de ser tan intolerante” o “está mal ser intolerante” o “todas las religiones son básicamente lo mismo”.
Afortunadamente, existen técnicas y tácticas que pueden ayudarte a desenmascarar estas formas equivocadas de pensar sin incurrir en una confrontación. Una de esas tácticas consiste en hacer preguntas relevantes para guiar la conversación. Hacer preguntas es una forma sencilla de llegar a la verdad sin parecer hostiles. El apologista cristiano Greg Koukl le llama a esta técnica la “Táctica de Columbo”; llamada así en referencia a un detective de un programa de televisión de los 80’s. Columbo resolvía todos los crímenes por medio del uso sistemático de preguntas guiadas. Esto es también conocido formalmente como el Método Socrático.
La táctica Columbo consiste en utilizar tres preguntas que pueden ser postuladas conforme sea necesario y de esa forma ponerte al mando de la conversación. Las tres preguntas clave son las siguientes:
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¿Qué quieres decir con eso?
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¿Cómo llegaste a esa conclusión?
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¿Alguna vez has considerado…?
La clave de esta táctica es la de intercambiar la carga de la prueba durante la conversación. En términos legales, los abogados definen la carga de la prueba como la obligación de justificar una afirmación con argumentos y/o hechos.
Pero ¿cómo es que utilizaríamos esta táctica? Regresemos a nuestro ejemplo acerca de la tolerancia y el pluralismo con un ejemplo de la vida real. Hace algunos meses, una persona puso un meme en mi pagina de Facebook que decía:
“Buda no era Budista, Mohamed no era Musulmán y Jesus no era Cristiano, su verdadera religión era el amor porque eso es lo que enseñaban”.
Ahora, esta idea inicialmente parece atractiva, “tolerante” e “inclusiva” pero tiene problemas fundamentales. Yo pude haber contestado a la persona agresivamente haciendo notar las inconsistencias pero en su lugar decidí usar la táctica Columbo. ¿Por qué? Porque el tacto y lenguaje que usemos va a determinar si la persona acepta nuestras conclusiones lógicas. Debemos ser embajadores de Cristo: inocentes como palomas pero astutos como serpientes (Mat. 10:16). Así es como se desenvolvió más o menos la conversación:
YO: ¿Quieres decir que la religión es lo mismo que el amor? ¿Es esa la idea del meme?
AMIGO: Si, la idea es que debemos tolerar todas las religiones.
YO: ¿Qué quieres decir con “tolerar”?
AMIGO: Quiero decir que todos los puntos de vista deben ser aceptados o sino serias poco amable. Debemos tolerar a todos…
YO: Pero, ¿has considerado que hacer si los puntos de vista se contradicen unos con otros? Por ejemplo, En el Sura 4:157 del Corán, el Islam afirma que Jesús nunca murió en la cruz, pero el cristianismo afirma justamente lo contrario. También la Biblia dice que Dios creó el universo pero el Budismo afirma que el universo siempre ha existido. ¿Pueden todos estos puntos ser verdad?
AMIGO: Pero de cualquier forma, ambos maestros consideraban al amor como su creencia principal.
YO: ¿Como llegaste a esa conclusión? ¿Has leído el Corán?
AMIGO: (larga pausa) Bueno…no realmente..yo pensé…
YO: De hecho, en el Sura 3:32 el Corán dice que Dios no ama a los incrédulos, y la Biblia dice en Juan 3:16 que Dios ama al “mundo”. ¿Cómo reconcilias ambas creencias? ¿Pueden ser ambas verdad?
AMIGO: Supongo que no…
YO: Acerca del Budismo: ¿Cómo llegaste a la conclusión de que la creencia central del budismo es el amor?
AMIGO: Bueno, pero de todos modos hay que tolerarlos…
YO: Pero antes dijiste que “tolerar” es aceptar “todos los puntos de vista” o seríamos poco amables. ¿No crees que sería poco amable el no decir a la gente si están en un error y decirles la verdad?
AMIGO: Pero seguramente se van a ofender…
YO: Bueno, eso es posible, pero ahí es donde la verdadera tolerancia debe reinar. No se puede tolerar a alguien con quien ya estás de acuerdo (¡porque ya están de acuerdo!). Se tolera a alguien—y respetas/amas a la persona—aunque estés en desacuerdo con ella. Respetas a la persona en medio del desacuerdo. ¿No lo crees así?
AMIGO: No había pensado en eso…
YO: Si esto tiene sentido para ti, ¿te puedo compartir acerca de cómo es que Jesus toleraba y amaba a la gente en sus tiempos?
AMIGO: ¡Claro!
YO: (Procede a compartir el evangelio).
Ahora, esta técnica lleva a cabo varias cosas. En particular demuestra que el concepto tradicional de tolerancia ha sido secuestrado y redefinido por la sociedad liberal, y que el pluralismo es una posición ilógica e insostenible. En general este método lleva a cabo lo siguiente:
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Quita obstáculos para compartir el evangelio.
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Lo hace de manera indirecta. No quiere esto decir que la persona nunca se va a ofender por nuestras preguntas, pero una pregunta es mucho menos controversial que una afirmación.
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Lidiamos con las objeciones y la mala lógica intercambiando la carga de la prueba. Ahora la otra persona tiene que apoyar sus ideas y afirmaciones.
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Se utilizaron hechos y datos (de la Biblia y Corán) para guiar las preguntas.
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Esta técnica te pone al mando de la situación y permite guiar la conversación.
Un punto clave a entender es que la meta de esta táctica no es la de ganar el argumento o humillar a la persona. Es necesario mostrar a la persona lo ilógico de sus conclusiones o argumentos; pero la meta final es la de traer a la persona a Cristo con amabilidad y respeto (1 Pedro 3:15) y el de llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo (2 Cor. 10:5).