¿Tuvo JESÚS hermanos de Sangre?
Por Dave Miller, Ph. D.
Artículo original de Apologetics Press. Usado con Permiso.
La palabra usual en el idioma griego para “hermano” es adelphos. Esta palabra posee la misma flexibilidad que la palabra castellana. Por ende, puede hacer referencia a una persona que comparte la misma religión (un hermano espiritual). Puede hacer referencia a una persona que comparte la misma nacionalidad—un compatriota. Puede hacer referencia a un amigo o vecino íntimo. Todos estos usos son obvios y no descartan el uso literal del término.
El uso del término en un sentido literal es más prominente—un hermano de sangre o medio hermano, el hijo físico de la madre o el padre de una persona. Con referencia a los hermanos físicos de Jesús (i.e., los hijos de José y María concebidos después del nacimiento de Cristo), se nota claramente el sentido literal en los siguiente pasajes: Mateo 12:46-48 (y su paralelo en Marcos 3:31,32); Mateo 13:55,56 (y su paralelo en Marcos 6:3; en ambos pasajes, “hermanas” también se usa en el sentido literal); Juan 2:12; Juan 7:3,5,10; Hechos 1:14; y Gálatas 1:19. Incluso una lectura casual de estos versículos demuestra que Jesús tuvo hermanos literales y físicos. La única razón por la cual la importancia factual de estos versículos fuera cuestionada es para dar crédito a la doctrina post facto de la Iglesia Católica de la virginidad perpetua de María.
Aquellos que desean descartar la existencia de los hermanos de Jesús, y por ende defienden la doctrina de la virginidad perpetua de María, han propuesto al menos dos explicaciones. Una de estas busca ensanchar el significado de la palabra griega para “hermano” y hacerla que signifique “primo”. Según este enfoque, los “hermanos” de Jesús fueron realmente Sus primos—los hijos de la hermana de María. La aseveración de que “hermano” tiene este significado amplio se hace en gran parte por la traducción griega del Antiguo Testamento (la Septuaginta). Los traductores de la Septuaginta algunas veces usaron la palabra griega para “hermano” (adelphos) en los pasajes del Antiguo Testamento donde se habla de un pariente cercano quien no es técnicamente un hermano físico. Esta aseveración es verdadera. El término hebreo para “hermano” (‘ach) se usó ocasionalmente para referirse a un descendiente más remoto de un antepasado común (Gesenius, 1979, p. 27; Harris, et.al., 1980, 1:31; Botterweck, 1974, 1:190). Por ejemplo, se hizo referencia a Labán, el tío de Jacob, como el “hermano” de Jacob (Génesis 29:12,15). De igual manera, se dijo que el sobrino de Abraham, Lot, era el “hermano” de Abraham (Génesis 14:14,16).
No obstante, se debe notar que la decisión de los traductores de la Septuaginta para adaptarse al matiz del término hebreo no prueba que el término adelphos tuvo el significado de “primo” en los pasajes que hacen referencia a los parientes de Jesús. Después de listar algunos versículos del Antiguo Testamento donde se expresa un significado más amplio que “hermano”, Bauer anotó que tales pasajes “no establecen el significado de ‘primo’ para adelphos; estos solamente muestran que al traducir el hebreo ‘ach, adelphos se usa flexiblemente en casos aislados para designar parientes masculinos de varios grados” (Arndt y Gingrich, 1957, p. 15, énfasis añadido). En otras palabras, no existe justificación lingüística para sostener la idea que adelphoi pueda hacer referencia a los “primos” de Jesús. Los traductores de la Septuaginta emplearon adelphos para ‘ach en pasajes donde la evidencia contextual clarificaba el significado proyectado. No existe tal evidencia en las alusiones a los hermanos de Jesús en el Nuevo Testamento, y por ende es una comparación irrelevante.
Teniendo en cuenta las referencias del Nuevo Testamento concernientes a los hermanos de Jesús, Von Soden correctamente listó dos posibles significados para adelphos, es decir, “‘hermandad física’ en el sentido estricto, o en un sentido más general, la ‘hermandad espiritual’ de israelitas o cristianos” (Kittel, 1964, 1:144). No existe en el Nuevo Testamento un significado más amplio para adelphos (para hacer referencia a un primo). Como Walther Gunther clarificó: “En el Nuevo Testamento, nunca se puede interpretar adelphos con seguridad en este sentido” (Brown, 1975, 1:256). Esa es una declaración dócil. McClintock y Strong explicaron: “[…]cuando se usa la palabra en cualquier sentido diferente al auténtico, el contexto previene la posibilidad de confusión… Entonces, si la palabra ‘hermanos’ realmente significara ‘primos’ o ‘familiares’, sería el único caso de tal aplicación donde no se da información para corregir la flexibilidad del significado” (1968, 895, énfasis en original). Lewis hizo una declaración aún más firme: “‘hermanos’ (adelphoi) nunca significa ‘primos’ en el Nuevo Testamento griego” (1976, 1:181, énfasis añadido). En efecto, el idioma griego tiene una palabra separada y distinta para “primos”—anepsioi (e.g., Colosenses 4:10). Cuando se quería hablar de un sobrino, se especificaba claramente la relación (e.g., Hechos 23:16). Resumiendo, “No existe realmente garantía adecuada en el idioma mismo para considerar ‘hermanos’ como “parientes’, y por ende la suposición a priori está a favor de una aceptación literal del término” (McClintock y Strong, 1:895).
Además, cuando se hace referencia a los hermanos de Jesús, la expresión “sus hermanos” ocurre nueve veces en los relatos del Evangelio y una vez en Hechos. En cada caso (excepto en Juan 7:3,5,10), se mencionan a estos hermanos en conexión directa con Su madre, María. No se presenta indicación lingüística textual en absoluto para inferir que “Sus hermanos” se deba entender en cualquier sentido menos literal que “Su madre” (vea Alford, 1980, pp. 152-154). De igual manera, los judíos contemporáneos hubieran interpretado los términos “hermanos” y “hermanas” en el sentido ordinario—como en nuestro idioma castellano—a menos que algunas circunstancias atenuantes indicaran algo diferente. Pero no existe tal indicación.
Adicionalmente, si la frase “hermanos y hermanas” significara “primos” en Mateo 13:55-56 y Marcos 6:3, entonces estos “primos” serían los sobrinos de María. Pero ¿por qué la gente del pueblo de Nazaret conectaría a los sobrinos de María con José? ¿Por qué la gente del pueblo mencionaría a los primos en absoluto y omitiría a otros parientes? La escena implica que la gente del pueblo estaba aludiendo a la familia inmediata de Jesús. Barnes señaló que reconocer a estos hermanos y hermanas como los hijos de José y María es la “interpretación justa”, y añadió, “la gente en la comunidad pensó eso, y habló de ellos de esa manera” (1977, 1:150). Como Matthews comentó, “José, María y sus hijos eran reconocidos como una familia típica de Nazaret, y cuando Jesús comenzó su carrera inusual, ellos simplemente preguntaron si Él no era un miembro de esta familia mencionada por nombres. Si estos hijos eran sobrinos de María, ¿por qué siempre son asociados con ella y no con su madre?” (1952, pp. 112-113, énfasis añadido).
Una segunda explicación sostiene que los hermanos y hermanas de Jesús fueron los hijos de José de un matrimonio anterior. Desde luego, este matrimonio anterior no tiene ningún apoyo bíblico en absoluto. El Nuevo Testamento simplemente no dice nada acerca de esto. Proponer esta idea causa como mínimo una duda concerniente a la elegibilidad marital de José con María.
Aparte de los versículos que aluden a los hermanos y hermanas de Jesús, Mateo 1:25 corrobora la idea que Jesús tuvo hermanastros. Cuando José se levantó de un sueño, en donde un ángel del Señor le explicó las circunstancias de la condición de embarazo de su esposa, Mateo escribió que José “no la conoció hasta que dio a luz a su hijo”. El uso de la palabra “conoció”, un eufemismo común para la relación sexual, significa que José y María se abstuvieron de relaciones sexuales antes del nacimiento de Jesús. Aunque es cierto que la construcción griega heos hou (hasta) no implica necesariamente que ellos tuvieron relaciones sexuales después del nacimiento de Jesús, el resto del Nuevo Testamento confirma el hecho que cuando esta frase es precedida por una negación, “siempre implica que la acción negada sí se realizó después” (Lewis, 1976, 1:42, énfasis añadido). Bruce observó: “La relación sexual subsiguiente era el curso natural, o necesario, de las cosas. Si el evangelista hubiera pensado como los católicos, se hubiera esforzado para evitar malentendidos” (Nicoll, s.d., 1:69). Alford estuvo de acuerdo: “En general me parece que nadie hubiera pensado alguna vez interpretar el versículo en otra manera excepto en su significado a primera vista, a menos que deseara forzarlo para estar de acuerdo con la noción preconcebida de la virginidad perpetua de María” (1980, 1:9).
La insistencia que María permaneció como una virgen su vida entera está arraigada indudablemente en la idea no-escritural que el celibato es espiritualmente superior al matrimonio y a la crianza de hijos. En el Antiguo y Nuevo Testamento, la Biblia habla del matrimonio como una institución honorable que Dios proyectó a ser la norma de la humanidad desde el principio de la Creación (Génesis 2:24; Proverbios 5:18,19; Mateo 19:4-6; 1 Corintios 7:2; Hebreos 13:4). El matrimonio de María con José, y su subsiguiente producción de descendencia después del nacimiento de Jesús, tuvo la aprobación y bendición del cielo. Ir al extremo para proteger una doctrina concebida por una evaluación errónea de la naturaleza del matrimonio y la familia es evidencia de celo religioso equivocado.
McClintock y Strong resumieron muy bien la evidencia que sostiene la conclusión que Jesús tuvo hermanos uterinos literales: “[…]esta suposición está en mejor acuerdo con el espíritu y fraseología del contexto. La fuerza de la alusión a los hermanos y hermanas de Jesús sería debilitada si se pensara que hace referencia a parientes más distantes” (1968, 1:895). Es confortante saber que Jesús experimentó lazos familiares y fraternales. Él tuvo cuatro hermanos y a lo menos dos hermanas (Mateo 13:55,56; Marcos 6:3). Él experimentó lo que se sentía que Sus propios hermanos rechazaran la verdad de Dios (Mateo 12:46-50; Juan 7:5). Afortunadamente, estos hermanos, especialmente Santiago, luego abrazaron la verdad y llegaron a ser miembros activos de la iglesia de Cristo (Hechos 1:14; 12:17; 15:13; 21:18; 1 Corintios 9:5). “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades” (Hebreos 4:15). “Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo” (Hebreos 2:14).
REFERENCIAS
Alford, Henry (1980 reimpresión), Alford’s Greek Testament (Grand Rapids, MI: Baker).
Arndt, William F. y F. Wilbur Gingrich (1957), A Greek-English Lexicon of the New Testament (Chicago, IL: University of Chicago Press).
Barnes, Albert (1977 reimpresión), Notes on the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker).
Botterweck, G. Johannes y Helmer Ringgren (1974), Theological Dictionary of the Old Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans).
Brown, Colin, ed. (1975), The New International Dictionary of New Testament Theology (Grand Rapids, MI: Zondervan).
Gesenius, William (1979 reimpresión), Hebrew and Chaldee Lexicon (Grand Rapids, MI: Baker).
Harris, R. Laird, Gleason Archer Jr., y Bruce Waltke, eds. (1980), Theological Wordbook of the Old Testament (Chicago, IL: Moody).
Kittel, Gerhard, ed. (1964), Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans).
Lewis, Jack P. (1976), The Gospel According to Matthew (Austin, TX: Sweet Publishing Co.).
Matthews, Paul (1952), Basic Errors of Catholicism (Rosemead, CA: Old Paths Book Club).
McClintock, John y James Strong (1968 reprint), Cyclopaedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature (Grand Rapids, MI: Baker).
Nicoll, W. Robertson (s.d.), The Expositor’s Greek Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans).