¿Es la depresión causada por la incredulidad?

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Cuando el cristiano sufre: ¿Es la depresión causada por la incredulidad?

Por Raúl Jaramillo

¿Qué hace un ingeniero escribiendo sobre la depresión y temas relevantes a la psicología? Es una buena pregunta que me hice una y otra vez mientras escribía este artículo. La realidad es que en las últimas semanas he escuchado algunos temas preocupantes en la iglesia acerca de este trastorno psicológico y, dado que personas cercanas a mí, hermanos en la fe, están atravesando o han atravesado episodios depresivos, el tópico resuena un tanto personal. Lo que deseo escribir, no obstante, no es un tratado académico ni profesional sobre la depresión, no estoy capacitado en ninguna forma para ello. Más bien, busco abrir la conversación y responder a comentarios desinformados y desafortunados que podemos escuchar entre las sillas de las congregaciones o por parte de líderes eclesiásticos que emiten juicios con bastante confusión; si estos comentarios se llevan a sus consecuencias lógicas y prácticas, pueden empeorar la situación de alguien dentro de la iglesia que se encuentre atravesando un periodo difícil en su vida, lidiando con síntomas de depresión.

¿Qué es la depresión?

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (PAHO, por sus siglas en inglés) podemos definir a grandes rasgos la depresión de la siguiente manera:

«La depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas». [1]

Síntomas generales:

  1. Lo que antes tanto amábamos y deseábamos, lo que era nuestra pasión y razón de vida dejó de ser importante.
  2. Dejamos de disfrutar las actividades diarias.
  3. La alimentación empezó a variar drásticamente y ahora no es muy importante, perdimos el apetito.
  4. Los tiempos de sueño se alteraron drásticamente, o dormimos demasiado o no dormimos en lo absoluto.

Cabe destacar en este punto que existe una diferencia entre la depresión clínica (crónica) y la depresión normativa. La primera presenta los síntomas que se mencionan arriba en una considerable variable en el tiempo, de manera ininterrumpida. Mientras que, en el segundo, la tristeza es natural de la respuesta psicoemocional del organismo. En pocas palabras, no todo aquel que se encuentre en un estado de tristeza es depresivo o está pasando por periodos de depresión. No obstante, dadas las acusaciones que veremos más adelante, estaremos evaluando también episodios bíblicos que exhiben una depresión normativa o simplemente tristeza profunda ante un evento.

¿Puede un nacido de nuevo caer en depresión?

Parece bastante directo, ¿no? La depresión es una enfermedad caracterizada por una tristeza profunda y persistente. ¿Cómo esto podría presentarse como incompatible con una vida cristiana, con la fe de algún cristiano genuino? Debido a que es una enfermedad, parece ser que carece de algún componente moral que nos haría culpables de experimentar síntomas de depresión. En lo siguiente quisiera exponer algunos comentarios verídicos que me han compartido algunos cristianos (no necesariamente estructurados en orden cronológico ni todos proferidos por los mismos individuos):

«La causa final de toda depresión es la incredulidad, y la incredulidad es pecado, no una enfermedad. Si eres incrédulo, sufrirás depresión».

«La depresión es un asunto espiritual o interior a la persona, por tanto, eso conlleva a consecuencias físicas. Al ser un asunto espiritual, se arregla con Dios mismo».

«El único culpable de que la persona tenga depresión es ella misma».

«El cristiano no sufre una depresión profunda debido a que su confianza y su identidad está en Dios. Su identidad como perdonado, redimido y salvo; ha sido hecho hijo de Dios y participe con Cristo, eso no cambia».

«Un cristiano que tiene depresión y no encuentra una salida en Dios, creo que no es un cristiano verdadero».

Personalmente encuentro estas perspectivas sumamente preocupantes, ambiguas y que provienen de una mala información sobre lo que la depresión es y cómo es que se manifiesta. Además, un problema grave en la antropología teológica. A partir de este punto, me referiré al proponente de estas ideas anteriores como «el objetor».

Las causas de la depresión

Comencemos por el problema más simple. Entiendo por qué alguien podría creer que la depresión tiene como causa final la incredulidad. La depresión es una tristeza profunda, y nos sentimos tristes por diferentes motivos. Usualmente nos sentimos tristes porque las cosas o circunstancias no son como quisiéramos (la muerte de un familiar, una enfermedad crónica, pérdida de empleo, etc.). Como no creemos que Dios pueda sacarnos adelante, nos entristecemos y caemos en depresión. Al menos así es como entiendo este argumento. No obstante, este tipo de argumentación es desagradablemente simplista, y de manera alarmante, es una perspectiva compartida por personas dentro del liderazgo de la iglesia como por cristianos de a pie.

Pero en realidad, ¿hay una única causa de la depresión? La OMS nos dice,

«Las causas de la depresión incluyen complejas interacciones de factores sociales, psicológicos y biológicos. Diversas circunstancias de la vida… contribuyen al desarrollo de la depresión y pueden propiciarla».[2]

Causas posibles y generales.

  1. Algunos métodos anticonceptivos.
  2. Problemas con la autoimagen, el autoconcepto, las relaciones familiares.
  3. Estrés posparto.
  4. Algunos hechos estresores no normativos (no normales) y traumáticos como muertes en la familia, fracasos económicos, violencia, abuso… etc.

Quisiera poner énfasis en que la depresión es una enfermedad psicológica multifactorial. No hay un solo causante de esta enfermedad. Como se ha mencionado, esto llega a tener repercusiones diversas, que llegan a afectar hasta un nivel biológico o fisiológico. De hecho, gracias a las tomografías y al estudio extenso que se le ha dado a esta enfermedad, sabemos que el cerebro de una persona depresiva es muy distinto al de una persona que no padece de esta enfermedad.

Figura 1. Considera la diferencia en pacientes con depresión en contraste con pacientes normales. El hipocampo, encargado de regular el eje del estrés, se ve significativamente reducido. (Imagen tomada de Neurobiología de la depresión. Consecuencias físicas y tratamiento farmacológica. 31° Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, Zaragoza).

Figura 2. En la depresión, así como en el dolor y en el estrés, la neurogénesis y la producción de factor neurotrófico cerebral se encuentran disminuidos. (Imagen tomada de Neurobiología de la depresión. Consecuencias físicas y tratamiento farmacológica. 31° Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, Zaragoza).

De acuerdo a psicólogos y/o estudiantes de psicología que he consultado mientras escribía de este artículo, es extremadamente raro que la depresión realmente sea causada por un solo factor. Como explica la OMS, hay causas sociales, psicológicas y biológicas.

En el mejor de los casos uno solo tiene un control limitado sobre su psicología interna, pero si las causas de la depresión de alguna persona en particular vienen por factores externos, ¿cómo es que esta persona amerita culpabilidad por su supuesta «incredulidad»?

Para poder inclinar la balanza hacia su lado, el objetor deberá presentar evidencia empírica que justifique su aseveración de que la causa final de la depresión viene por un problema de incredulidad hacia Dios. Por la naturaleza de la acusación,

«La causa final de toda depresión es la incredulidad, y la incredulidad es pecado, no una enfermedad. Si eres incrédulo, sufrirás depresión».

«Un cristiano que tiene depresión y no encuentra una salida en Dios, creo que no es un cristiano verdadero».

el objetor deberá presentar evidencia empírica que cumpla al menos los siguientes parámetros:

  • Una muestra considerable de pacientes cristianos o que se afirman a sí mismos como cristianos.
  • Evaluación bajo parámetros psicológicos aprobados que delimiten las causas de la depresión.
  • Resultados indicativos de que la incredulidad surge como «la causa final» del estado psicológico de la mayoría de los pacientes.

Hasta no presentar estas evidencias, podemos saber en que el juicio emitido por los objetores es un terrible error de diagnóstico. Las preguntas que surgen en este punto son interesantes: ¿de dónde sacaron su información sobre esta relación simbiótica entre incredulidad y depresión? ¿Tienen análisis empíricos clínicos para justificarlo? ¿Podría en primera instancia conseguirse esa evidencia empírica? ¿Es posible medir el nivel de incredulidad?

De manera adicional, podemos argumentar que reducir todo a un aspecto de incredulidad niega nuestro aspecto físico y psicológico (mental). El ser humano no es una entidad tan simple como para ser reducidos meramente a nuestro aspecto espiritual. De hecho, habiendo escuchado de mi amigo psicólogo Hugo Vázquez, también conocido como CyberSaulo, se sabe que las escuelas de psicología serias consideran al ser humano como un ente bio-psico-social (biológico, mental/psicológico, sociológico). Como cristianos no negamos esto, simplemente añadimos un rubro adicional: espiritual o pneumo. Para el cristiano, el ser humano es un ente pneumo-bio-psico-social. ¿Por qué habríamos de negar alguno de estos componentes en favor del otro?

En este punto, el objetor puede buscar escabullirse de su carga de prueba.

«Esta es una perspectiva bíblica de la depresión, no un análisis clínico».

Bien, me alegra que se reconozca que no es un análisis clínico, ya que de entrada aquí vemos que el caso en favor de la depresión causada por la incredulidad comienza a desmoronarse. No hay evidencia empírica de tal afirmación extremista. Por tanto, dado que la depresión es una enfermedad, no podemos catalogarla exclusivamente como un problema espiritual hasta no ver las pruebas de esto. Por otro lado, aún más problemático para el objetor, la Biblia no está de su lado en este debate, lo veremos más adelante.

Agreguemos que, es curioso que no hay una «perspectiva bíblica» sobre la diabetes o sobre las caries. ¿Por qué tendría que haber una sobre la depresión? Creemos que la Biblia ofrece respuestas o principios que nos ayudarán a cuidar nuestro cuerpo y mente. Pero si tengo un dolor de muelas, no iré con mi pastor a pedir ayuda. Iré con mi dentista. Si mi alma o mente duelen, ¿por qué no he de hacer lo mismo? Recordemos que la Biblia es presentada como una solución a nuestros problemas espirituales. Y como he dicho, si tenemos problemas en un aspecto de nuestro ser (pneumo-bio-psico-social) otros componentes empezarán a mostrar afectaciones. Pero eso no significa que la solución para uno de esos componentes sea completamente eficaz para el otro. Uno confía en que Dios usará las manos del médico en una apendicitis, uno confía también en que Dios usará la experiencia del psicólogo cristiano para orientarnos en nuestra condición hacia la salud mental.[3]

Probando la mancuerna incredulidad-depresión

Mientras parece entendible considerar que una persona que padece de depresión lo hace a causa de incredulidad hacia Dios, incredulidad a su gracia, a sus promesas, me parece que establecer esto de una manera justificada es bastante difícil. Pero la carga de prueba está en el objetor, no en mí. Es posible que este entendimiento simplista de la depresión provenga de un desconocimiento de lo que causa e implica esta enfermedad, falta de contacto con personas que han atravesado periodos de depresión, renuencia a involucrarse en la literatura profesional y académica sobre el trastorno.

Creo que, en el mejor de los casos, podríamos estar hablando de una relación retroalimentativa de origen ambiguo entre incredulidad y depresión. ¿Será posible que, en algunos casos, la incredulidad sea meramente uno de los factores que provoque la depresión? O viceversa, ¿la depresión puede causar incredulidad en Dios y en sus promesas? Esa será una pregunta para los especialistas en áreas de psicología, no para nosotros los legos.

No obstante, un punto crucial aquí es que, en la Biblia, en el ejemplo preeminente de un personaje bíblico con depresión – Elías – no parece haber una condenación por una supuesta incredulidad hacia Dios.  Será trabajo del objetor mostrarnos eso. Elías fue confortado por Dios, atendido físicamente por sus ángeles, se le dio la oportunidad de expresarse, en pocas palabras, se le dieron factores protectores y multifacéticos dirigidos hacia la solución a su problema.

Hablando de los personajes bíblicos

Tenemos múltiples ejemplos de personajes bíblicos que, si pudiéramos hacer una evaluación de sus síntomas, podríamos concluir que atravesaron periodos de depresión. Entre ellos destacan: Elías, Job y David. Nuestro ejemplo principal sería Elías en 1 Reyes 19,

Tuvo miedo (v.3)

Se quedó solo (v.3)

Pide a Dios que le quite la vida (v.4)

Duerme demasiado (v.5)

Las menciones honoríficas:

  • Job (desea no haber nacido o morir, afirma no tener descanso en sus sueños, ha perdido la esperanza, capítulos 3, 6 y 7).
  • David (profunda tristeza, agotado todo el día, destrozado, angustiado del corazón, Salmos 38:6-8)

Mención adicional (probablemente depresión normativa):

  • Jesús (Conmovido profundamente por la muerte de Lázaro, Juan 11)

Será trabajo del objetor mostrar que en estos ejemplos hubo pecado antes o después del episodio depresivo (¡buena suerte probando eso para Jesús!), demostrar que existe una relación causal partiendo de la incredulidad hacia la depresión, y aún más importante, mostrar que aparece una condena hacia la depresión (no solamente al pecado) en la historia de estos personajes. La propia Biblia habla de que hay emociones que no podemos controlar, pero que pueden llevarnos al pecado si no les ponemos algún tipo de freno. En Efesios 4:26 leemos, «Enójense, pero no pequen». Es bastante interesante ver cómo es que la Biblia nos permite experimentar nuestras emociones siempre y cuando podamos llevarlas a un punto donde no caigamos en pecado. Mi pregunta al objetor sería la siguiente: ¿por qué la tristeza prolongada y profunda (trastorno del ánimo) habría de ser diferente?

Las emociones no siempre son controlables y, por tanto, no siempre pueden ser consideradas como pecaminosas. La tristeza y angustia nos pueden llevar a pecar, creo que nadie niega eso. La pregunta importante aquí a resolver es: ¿es la tristeza profunda y prolongada en sí misma un pecado? O incluso siendo más específicos, ¿es la tristeza generada por la incredulidad pecado? Sostendría, como lo hice arriba, que una emoción no es siempre controlable y, por tanto, lo condenable en esa mancuerna simplemente sería uno de sus extremos: la incredulidad.

Respuesta bíblica a la depresión de Elías

Recordando una de las frases dichas por el objetor,

«La depresión es un asunto espiritual o interior a la persona, por tanto, eso conlleva a consecuencias físicas. Al ser un asunto espiritual, se arregla con Dios mismo».

Parece sumamente extraño entonces que Dios no se presentó inmediatamente a Elías para solucionar su problema. No parece que la Biblia haya ofrecido una solución espiritual a la situación de Elías. Más bien, la Biblia proporciona factores protectores y multifacéticos dirigidos hacia la solución. Lo primero que Dios hace es solucionar un problema físico de Elías. Él estaba solo, agotado y con hambre. Dios le envía un ángel a darle de comer y luego, Elías durmió. Después de esto, vemos que Elías recuperó sus fuerzas. Se relata que Elías continuó caminando, se metió a una cueva donde Dios le da la oportunidad de expresarse preguntándole, «¿Qué haces aquí Elías?». Como buen terapeuta, Dios escucha el clamor de Elías, escucha su reclamo, la angustia de su corazón. Finalmente, Dios le da factores adicionales que completaron las respuestas previas, su presencia y un nuevo llamado, un llamado a servir a otros.

En esta instancia, no hay ningún reclamo por parte de Dios a la supuesta incredulidad de Elías. Más bien, el Señor lidia directamente con cada uno de los componentes del ser humano:

Pneumo – Dios se presenta ante Elías y le da un nuevo llamado.

Bio – Le da de comer y un buen descanso

Psico – Le permite expresarse, hablar sus angustias

Social – Su llamado a ser maestro de Eliseo y a seguir sirviendo a otros.

Como podemos ver, la respuesta bíblica a la depresión es multifacética, no solamente espiritual.[4]

Jesús consuela a los afligidos

Incluso el mismo Jesús, ofrece un consuelo físico, presencial y psicológico a sus amigas Marta y María al llorar con ellas ante la pérdida de su hermano. El evangelio de Juan 11:32-35 nos dice,

«Al llegar María adonde estaba Jesús, cuando lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció. “¿Dónde lo pusieron?”, preguntó Jesús. “Señor, ven y ve”, le dijeron. Jesús lloró».

Cuán asombroso es ver al Dios de la Biblia llorar con nosotros en nuestras penas y angustias. Pero esto fuerza la pregunta, ¿por qué Jesús no resucitó a Lázaro inmediatamente que llegó a la ciudad? De hecho, sabemos que Jesús podía hacer milagros a distancia y, Jesús sabía que Lázaro había muerto mucho antes de llegar al lugar de su tumba, ¿por qué no lo resucitó desde la otra ciudad? Hay múltiples formas de responder a estas preguntas, pero creo que no queremos perdernos del hecho de que Jesús exhibió las mismas emociones de tristeza que Marta y María. Llora con ellas incluso. ¿Hubo algún reclamo por parte de Jesús a su «incredulidad»? De hecho, Jesús se conmueve profundamente y llora después de explicarle a Marta sobre la resurrección que vendría. La respuesta espiritual o milagrosa no parece haber sido suficiente consuelo. Necesitamos a alguien que llore con nosotros, que nos acompañe en nuestro dolor. [5]

La Depresión y los «Cristianos Verdaderos»

Abordando uno de los otros comentarios que me parece atrozmente erróneo,

«Un cristiano que tiene depresión y no encuentra una salida en Dios, creo que no es un cristiano verdadero».

Si el diagnóstico resultante de evaluar sus síntomas es correcto, ¿cómo podemos acusar al profeta Elías de no ser un creyente verdadero? ¿Podríamos decir lo mismo de Job o de David? El profeta Elías acababa de experimentar uno de los milagros más llamativos en toda la Biblia. ¿Su fe desapareció de la noche a la mañana? David también vio el respaldo divino en varias ocasiones desde que era niño, pero cuando Saúl lo perseguía y él tenía que huir, perdía la esperanza, ¿su conocimiento racional y consciente del poder y presencia de Dios se anulaba? Es claro que no. Pero había una desconexión entre lo que había en su mente y lo que percibían en sus emociones. Y esto es un claro signo de que hay un problema. Podemos tener el conocimiento racional y lógico sobre el poder de Dios y sus promesas, pero no siempre esto tiene un resultado favorable en nuestras emociones. Precisamente, esa es una de las razones por las que requerimos terapia, métodos o ayuda psicológica para ayudarnos a que haya una alineación entre lo que se percibe en la mente y lo que se percibe en el corazón o en el alma. Precisamente ese es el punto de la psicoterapia, orientarla hacia el beneficio del espíritu.[6]

Si Elías, habiendo presenciado el poder inmenso de Dios, cayó en depresión, ¿qué nos hace pensar que un cristiano genuino sin esos dones y acceso al poder de Dios no puede caer en ella también?

El talón de Aquiles del objetor

Creo que lo siguiente simplemente es el golpe fulminante de esta extraña postura de que la causa final de la depresión es la incredulidad. Es una simple pregunta: ¿de qué tipo de incredulidad estamos hablando? Como se acaba de mencionar en el punto anterior, Elías, David y Job tenían experiencias directas con Dios y su inmenso poder. Habían visto a Dios hacer grandes cosas y cumplir su palabra. ¿De la noche a la mañana dejaron de creer en Él? ¿Se volvieron ateos? Creo que es más que evidente que no. Elías le llegó a pedir a Dios que le quitara la vida. Ellos aún parecían mantener una creencia en Dios y en su poder de quitar la vida a las personas. Entonces, ¿qué clase de incredulidad había en sus mentes? No parece ser la incredulidad que es condenada en la Biblia. Considera los siguientes pasajes:

Hebreos 3:12

«Tengan cuidado, hermanos, no sea que en alguno de ustedes haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo».

2 Corintios 4:4

«los cuales el dios de este mundo ha cegado la mente de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios».

2 Corintios 6:14

«No estén unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?».

Tito 1:15

«Todas las cosas son puras para los puros, pero para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas.»

De manera enfática, la incredulidad que es condenada en la Biblia (específicamente en el Nuevo Testamento) es aquella que va acompañada de un corazón malo, corrompido, cegado, injusto. No parece ser el mismo tipo de incredulidad que exhibían Job, Elías y David. Jesús, por supuesto, no entra dentro de esa categoría. Pero, aun así, su corazón fue abatido, se conmovió profundamente. ¿Fue por incrédulo? ¿Qué clase de oxímoron es ese?

Así que el objetor deberá hacer su tarea y explicarnos a qué clase de incredulidad se refiere cuando dice,

«La causa final de toda depresión es la incredulidad, y la incredulidad es pecado, no una enfermedad. Si eres incrédulo, sufrirás depresión».

Como expliqué antes, los patriarcas David, Job y Elías parecen aún haber sido creyentes en Dios cuando entraron en su estado de depresión y aún eran creyentes durante ella. En el mejor de los casos, el objetor podría argumentar que dejaron de creer en que Dios cumplía sus promesas. Pero notemos que, en estos casos, las causas de la depresión eran externas y multifactoriales. Sabemos que es muy difícil justificar que existe una sola razón (incredulidad) para explicar un estado depresivo. Además de que, como vimos, no parece ser una incredulidad digna de condenación, a ninguno se le condenó por «incrédulo». Y hasta que el objetor demuestre lo contrario, su perspectiva estará coja y sigue sin levantarse del suelo.

Carga de Prueba final

Así que, esto es lo que el objetor tendría que demostrar para convencernos de que la depresión es causada en última instancia por incredulidad y que esa incredulidad es pecado y digna de condenación:

  • Justificar empíricamente que toda depresión es reducible a incredulidad.
  • Explicarnos si en el sistema retroalimentativo de incredulidad-depresión se condena bíblicamente a la incredulidad o también la depresión. ¿Con base en qué se juzga una condición psicofisiológica?
  • Explicar porque la Biblia presenta respuestas multifacéticas al caso de Elías.
  • Explicar por qué Job, Elías, David y Jesús (depresión normativa) pasaron por tiempos de y/o síntomas de depresión y no les fue juzgada su incredulidad.
  • Debe demostrarse también que la depresión es causada por incredulidad maliciosa o pecaminosa.

Conclusión

Este artículo pretende abrir la conversación sobre la depresión clínica en la vida de cristianos genuinos. Algunas voces dentro de la iglesia parecen querer ocultar el problema o presentarlo de una manera que diluye la gravedad en la que se encuentra un cristiano en depresión. Incluso parecen irse al extremo de condenar a alguien porque se argumenta que la depresión es, en última instancia, causada por la incredulidad. Mi perspectiva sobre la depresión en la vida del cristiano puede resumirse en los siguientes puntos:

  • El problema de la depresión es multifactorial. El ser humano es pneumo-bio-psico social. Reducirlo a un solo componente es problemático.
  • La relación incredulidad-depresión puede ser vista como una produciendo a la otra; en cuyo caso, hablamos de retroalimentación, aunque el inicio permanece ambiguo. Pero, en este caso, el único factor condenable es la incredulidad, no la depresión.
  • En momentos de depresión, la Biblia provee respuestas multifactoriales: psicológicas fisiológicas y espirituales.
  • Figuras bíblicas como Job, Elías, David, Jesús pasaron por lo que podríamos considerar periodos fuertes de depresión (clínica o normativa). En el mejor de los casos, se les juzgó (excepto a Jesús) por su pecado (previo o posterior a la depresión) no por la depresión. La Biblia condena las acciones producidas por emociones. No las emociones.
  • Para que la incredulidad sea pecado debe provenir de o ir en conjunción con un corazón malicioso, pecaminoso, corrompido. Hay una clara distinción entre la incredulidad de algún escéptico y la incredulidad de Elías o alguien en depresión.

Para demostrar su tesis, el objetor deberá no solo derribar estos 5 pilares expuestos en este artículo. Sino construir su propio caso que resuelva los problemas, contradicciones y deficiencias de su posición extrema. Considero que tienen bastante trabajo por hacer.

Notas de Agradecimiento

Un reconocimiento y agradecimiento especial a los creadores de contenido Michael Jones – Inspiring Philosophy y a CyberSaulo por sus asombrosos aportes a la discusión. El video de Michael Jones sobre la depresión es una obra maestra que te ayuda a entender la situación del profeta Elías y algunos pasos para seguir luchando contra la depresión. CyberSaulo tiene una entrevista con Joan Contreras sobre el uso y beneficios de la psicología cristiana y también un video individual hablando del mismo tema.

Agradecimiento especial a los psicólogos y/o estudiantes de psicología que me ayudaron en la revisión de este artículo: Hugo Vázquez (CyberSaulo), Antonio Mata, Joan Contreras, Fernando Vega y Yerko Gómez.

Aunque yo no me he encontrado en una situación de depresión, ha sido un privilegio acompañar a aquellos que se encuentran dentro de esta situación.

[1] Énfasis añadido. Enlace consultado el 5 de junio de 2023, https://www.paho.org/es/temas/depresion. Para ver más sobre esta enfermedad y sus síntomas, recomiendo leer la sección del DM-5 sobre la depresión.

[2] Enlace consultado el 5 de junio de 2023, https://www.who.int/es/health-topics/la-d%C3%A9pression#tab=tab_1

[3] Una clarificación importante aquí es que la analogía no es perfecta. Una enfermedad como la diabetes o las caries no son completamente análogas a un problema psicológico como la depresión. En realidad, los trastornos mentales (incluida la depresión) son estructuras mentales que se configuran en un primer momento como medios de adaptación ante ciertas circunstancias, pero que a largo plazo son perjudiciales. Como lo expresa Fonseca Pedrero (2021): «los trastornos psicológicos no son enfermedades mentales, fijas, naturales, ahí́-dadas (en el sentido médico de “enfermedad”), sino que deberían ser considerados entidades interactivas […] son formas de responder a los problemas consustanciales a la vida». No obstante, el punto se mantiene al tener la depresión un componente fisiológico. Recordemos que el objetivo de este artículo es desmentir la acusación de que la depresión es reducible a un problema de incredulidad espiritual.

[4] Además, exponer esto como meramente una «solución espiritual» parece presentar una afrenta a la providencia divina. Si creemos que Dios puede sanar padecimientos físicos a través de médicos y medicina, ¿por qué no creer que su providencia y promesas se extienden y se cumplen a través de una buena asesoría psicológica?

[5] El objetor puede argumentar que el episodio de depresión normativa de Jesús fue temporal. No duró más que un par de horas. Tiene razón, por eso hablamos de una depresión normativa, no clínica. No obstante, ¿por qué la duración de la depresión sería un factor relevante? Creo que es bastante obvio la razón de que el episodio de la resurrección de Lázaro es breve. Pero, a menos que el objetor esté listo para decir que Dios proveerá una solución milagrosa inmediata para cada razón o causa que hayan provocado la depresión clínica o normativa en la que se encuentre un cristiano, no creo que esto mueva un poco la balanza a su favor. La depresión puede ser causada por factores constantes (prolongados) o incluso permanentes, por lo cual, el estado de tristeza profunda puede prolongarse también, llegar a ser un trastorno. Como vimos antes, las emociones no parecen ser una cuestión de pecado, lo que hagamos a causa de esas emociones sí. Ergo, la duración de la tristeza profunda en Jesús es irrelevante.

[6] El Psic. Joan Contreras es de quien tomé esta idea. Una perspectiva cristiana bien fundamentada te provee de una perspectiva psicológica más amplia, la capacidad explicativa de la cosmovisión cristiana expande nuestro alcance psicológico. Joan dice, «la Biblia da un gran consejo que cubre [abarca] la praxis», es decir, la Biblia da principios generales sobre el comportamiento humano y cómo se ve afectado por problemas espirituales. No nos da diagnósticos o métodos terapéuticos, pero sí nos da principios que pueden complementarse con sesiones de ayuda psicológica.

Muchas veces parecemos querer reducir la ayuda psicológica a una sola escuela o entendimiento filosófico: las teorías freudianas. Pero es bien sabido en la academia que Freud es considerado una nota al pie en los grandes avances que la psicología ha tenido en años recientes. Hay diversas escuelas de psicología que pueden estar explícitamente contra principios cristianos. Pero, hay otras que no, son ya sea compatibles o incluso pueden complementar nuestra consejería bíblica dentro de la iglesia. Tenemos las escuelas conductista, el psicoanálisis, existencialista, humanista, logoterapia, etc. Para justificar el rechazo al apoyo psicológico a una persona con depresión, el objetor deberá mostrarnos que todas las escuelas de pensamiento psicológico fracasan o son incompatibles con la fe cristiana.

Ver PSICOLOGÍA Y FE CRISTIANA ¿Son compatibles? – charlando con Joan Contreras de @OpinionyPensamiento. Enlace consultado el 5 de junio de 2023: https://youtu.be/-F5CddzXnhE

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3 thoughts on “¿Es la depresión causada por la incredulidad?”

  1. Excelente artículo! Claro y de fácil entendimiento. Un panorama muy claro del tema.
    Gracias

  2. Trataniento para la depresión seria como Dios hizo con Elias o que sugerencia se da de tu parte ??

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