¿Por qué sufrimos por el pecado de Adán y Eva?


¿Por qué sufrimos por el pecado de Adán y Eva, una pareja que vivió hace mucho tiempo?

¿Qué culpa tenemos nosotros de su error?

¿Es justo eso?

Por Chris Du-Pond

Vengo de una familia disfuncional. Desafortunadamente he sufrido por los errores de mis padres. Y la razón por la que sufrimos por el pecado de Adán y Eva es exactamente la misma razón por la que sufrimos por los errores de nuestros padres y es la misma razón por la que nuestros hijos sufren por nuestros errores. Adán y Eva no fueron cualquier pareja aislada de nosotros. Ellos fueron nuestros ancestros. Venimos de ellos.

El hombre fue creado por Dios en un estado perfecto de libertad (la libertad necesaria para poder amar ya que sin libertad no se puede amar) y bendición, pero cuando Adán pecó, toda la raza humana cayó con él haciéndose acreedora de la muerte.

Dios creó al hombre como criatura libre y ordenó que «comiera de todo árbol del jardín; pero no deberás comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque cuando comas de él, ciertamente morirás». En otras palabras, el hombre era libre de comer, divertirse, correr desnudo con el único miembro del sexo opuesto y absolutamente perfecto de la raza humana (sí, Dios no se opone a la diversión y al disfrute, de hecho inventó el placer). Dios les dio libertad de hacer lo que quisieran siempre que respetaran los límites establecidos por el Señor.

Adán estaba muy consciente de su estado de sumisión a Dios. Dembski afirma,

“Precisamente porque una voluntad creada le pertenece a la creatura, esa creatura, si refecciona lo suficiente, puede refeccionar acerca de su propio estado subordinado y darse cuenta que no es Dios. Ser creatura implica limitaciones a las que Dios no está sometido. Entonces la pregunta que surge naturalmente es, ¿No será que el Creador ha negado a la creatura alguna libertad que le pueda beneficiar? Adán y Eva evidentemente pensaron que la respuesta era un SI…En resumen, el problema del mal comienza cuando criaturas libres piensan que Dios es malo por estarles restringiendo”.

En cuanto a esto, obviamente Adán y Eva pensaron que Dios en verdad estaba siendo demasiado restrictivo y cuando decidieron tomar y comer el fruto, su rebelión se actualizó. Fue en este momento en que el mal se hace realidad, mientras que antes era sólo una posibilidad.

«El problema del mal comienza cuando criaturas libres piensan que Dios es malo por estarles restringiendo”.

La naturaleza de Adán y Eva cambió, así como la naturaleza del mundo ya que Dios maldijo la tierra (Génesis 3:17). De este evento la naturaleza fue puesta bajo esclavitud (Romanos 8:21). Es difícil imaginar algún tipo de maldad natural que no haya podido surgir de la caída (cáncer, enfermedades, pestilencias, moho, tsunamis, etc). Entonces el hombre fue expulsado del paraíso y separado del poder rejuvenecedor del árbol de la vida y comenzó a morir. Desde entonces hemos estado asistiendo a funerales.

Tal vez podrías pensar que no es justo sufrir por los pecados de nuestros antepasados. Sin embargo, cuando Adán y Eva se reprodujeron, ellos también reprodujeron su corrupción ya que nosotros somos sus propias reproducciones. La reproducción sexual es algo que debe tomarse en serio (sin embargo, nuestra sociedad quiere ser cada vez más permisiva con la sexualidad trayendo consecuencias desastrozas). Es interesante que cuando Adán y Eva pecaron y sus ojos fueron abiertos (Génesis 3:7) ellos hicieron cubiertas para sus órganos reproductivos. ¡Tal vez sabían que a partir de ese momento iban a reproducir su propia corrupción!

A diferencia de los ángeles, los descendientes de Adán no son creados individualmente sino por generación seminal: de una manera muy real todos estamos “presentes” en nuestros padres y cuando un óvulo y un espermatozoide se unen, se crea un nuevo ser con la misma naturaleza física y espiritual (esto en teología se llama Traducianismo) que sus padres, heredando su propensión al mal. Esta naturaleza es siempre propensa a una perversidad inimaginable.

La semilla de Adán merece la muerte incluso cuando es joven porque su fruto es siempre venenoso y maligno, a menos que sea redimida por el Espíritu Santo. Así como la naturaleza del escorpión está propensa a picar, la naturaleza del humano es pecar. Incluso si el niño no tuviera «ninguna oportunidad» de cometer el mal, su naturaleza dicta que eventualmente ese sera el resultado. Deja que un pequeño escorpión crezca lo suficiente y crecerá su aguijón. Eso es lo que dicta su naturaleza. Dios también advirtió a Adán que «cuando comas de él, seguramente morirás». Dios nunca prometió que los hombres morirían en su sueño a una edad madura por causas naturales. Esta es la razón por la que algunos niños mueren jóvenes.

Dios nunca prometió que los hombres morirían en su sueño a una edad madura por causas naturales.

 Y así «el pecado vino al mundo por un hombre y la muerte por el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos pecaron». No somos buenos por naturaleza. Fuimos concebidos en pecado (Salmo 51:5). El hombre no puede evitar pecar ya que venimos de la misma vid—aunque seamos juzgados por nuestro propio pecado.

La única forma de salir de nuestra naturaleza corrupta es heredar una naturaleza nueva. Dios ha provisto una manera para que esto suceda: Dios envió a Jesús, el segundo y último Adán

La única forma de salir de nuestra naturaleza corrupta es heredar una naturaleza nueva. Dios ha provisto una manera para que esto suceda: Dios envió a Jesús, el segundo y último Adán. Él venció la tentación y el pecado y por la fe en él podemos nacer de nuevo y obtener la naturaleza de Dios: «Pero a todos los que le recibieron, a los que creyeron en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios, los cuales nacieron, no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios» (Juan 1:12-13). Dios nos está devolviendo el reino que Adán perdió.

Probablemente seremos las únicas criaturas que hemos probado la corrupción y aún así ¡Dios nos da la oportunidad inmerecida de disfrutarlo para siempre! Podemos elegir a Dios.


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